Entradas

Mostrando entradas de marzo, 2014

Colgando de un hilo.

Tus dudas, son mi mayor pesadilla. Lo que hace que me levante a oscuras a las 3:46am, entre sudores y escalofríos, susurrando “no te vayas”. Yo soy frágil como un jarrón de porcelana, y tus manos son rudas y no dudarían en dejarlo caer. Y yo aún así, me quedo en ellas. Sabiendo el desenlace de esta historia. Lo nuestro es como un libro del que sabes que el final es triste, pero aún así, no puedes dejar de leer. Y me mata saber que tal vez tú no estés aquí siempre. Porque no sé que has visto en mí, pero me aterra que lo dejes de ver… No me imagino el frío sin tu calor. No, no me imagino la vida sin tu risa. No, no te vayas. Quédate un rato más, un rato que se alargue hasta que el tiempo se pare.

Me echo de menos.

Supongamos que quiero volver a hacerlo. Que quiero volver a ser lo que fui, a conseguir lo que un día conseguí y hoy he echado por tierra. Digamos que sí, que quiero volver a arriesgarme, pero que no encuentro la fuerza. Supongamos que esta vez no fracaso en el intento y lo consigo. ¿Cómo reaccionarías? ¿Me querrías igual? Ahora que me estoy buscando a mí misma, me he encontrado. Me he encontrado en la yo de hace unos meses. Y tengo que hacer que vuelva. Pero creo que ella también se ha hartado de mí, ¿sabes? Creo que tiene miedo de que la vuelva a dejar de lado. Pero, joder, cómo la anhelo. Sé que soy yo misma lo único que me falta. Y sé lo que tengo que hacer para llenar ese hueco. Y aún así, no lo hago, no puedo hacerlo, lo intento y fracaso, y fracaso, fracaso. Y volveré a intentarlo, y volveré a fracasar. Pero en alguna de estas, llegará mi victoria.

Adicciones.

Hay veces, que nos sentimos atrapados por algo que nos gusta, que nos engancha. Es como una red de placer que nos envuelve cada vez que lo tenemos. Y, cuando no lo tenemos, ansiamos ese algo y esa sensación. Es lo que me pasa contigo. Nada más irte, ya te estoy echando de menos. Cada vez que te tengo, te necesito más y más cerca. Poner mi mano en tu pecho y sentir tus latidos acelerar. Susurrarte bajito para que nadie sepa lo que estamos tramando. Me siento en una nube cuando tengo tu rostro pegado al mío. Y si no lo tengo, lo necesito, lo echo en falta. Sé que es una adicción porque no puedo realizar mi vida normal si pienso en tus manos. En tu pelo. En tu olor. En tus ojos. Joder, tus ojos… Me convertí en tu yonki. Yonki de tus caricias; cada vez necesito más y más, la dosis que me dabas hace una semana no me sirve hoy, necesito más. Y sé que me acabarás matando, pero aún así, quiero conservarte. Eres esa droga buena, ese veneno dulce que te mata, pero que te da la muert

...

Inventaremos nuestra particular manera de hacer poesía, sin lápiz y sin papel. Déjame susurrar bajito poemas de Neruda en tu nuca, fumar de tus labios y mirar mi mundo en el verde oliva de tus ojos. Huir a un mundo que nadie conoce al agarrar tu cuello y sentir tus manos en mi cintura. Deslizar mi dedo haciendo un recorrido por tus lunares y sentir como se eriza tu piel. Hagamos que todos los días empiece la primavera. Que ningún día sea nublado de nuestras puertas para adentro. Que detrás de cada lluvia ligera salga el más brillante arcoiris. Hazme sentir que el mundo vuela sin despegar los pies del suelo, y que siempre se puede mejorar.  Me pongo en tus manos, no me dejes caer.

Desde el lado izquierdo del pecho.

Tenía tanta ganas de decirte todo esto, que he dejado de hacer lo que estaba haciendo. No podía dejar de sentir este agobio, esta presión en el pecho si no lo hacía. No podía perder ni un segundo más. Ya he perdido muchas oportunidades, no puedo hacerlo contigo. Me siento estúpida cada vez que dejo que el tiempo pase, que el viento venga y traiga y se lleve, y yo nunca sea capaz de hacer que nada que quede. Siempre he sido igual de gilipollas. Siempre me he quedado callada. Nunca he sido capaz de susurrar un ‘te quiero’, ni un simple ‘quédate’. Y a veces no bastó con la mirada. Pero esta vez, esta vez va a ser diferente, porque ya me cansé. Y me he imaginado sin ti dentro de unos meses, y casi me mata la idea. No pienso permitirlo. Y sería idiota si te dejara pasar ahora que te tengo aquí. Ha llegado el momento de otro cambio, y sí, esta vez te daré un motivo para que te quedes. Te daré una razón para que no terminemos de ver ni una película porque nos invadan las ganas de

Printemps.

El buen tiempo trae buenas sensaciones. Nuevas ganas de salir a la luz y perseguir el sol con los ojos entrecerrados. Recorrer la trayectoria de una mariposa entre la brisa con los dedos. Dejar el cuerpo a la sombra de algún olmo y la mente en las nubes más altas. Guardar el abrigo gris en lo más alto del armario. Sentir la risa de los que ríen sin preocupaciones mientras juegan en la calle a ser mayores. Que nada importe, que nada te preocupe. Que los rayos de sol te bañen, te calienten la cara y la brisa suave te la refresque. Sentir el equilibrio del desorden de colores florales. ¿Os habéis fijado en cómo siempre hay alguna flor rebelde, alguna brizna de hierba verde que intenta sobresalir de los adoquines de las calles? La lluvia caliente nos empapa y en cierto modo es agradable. La primavera nos renueva las ganas, nos trae el calor amable de la gente y nos recuerda que siempre sale el sol; incluso tras tres meses de cielo gris. 

Luz.

Hoy me siento desde un punto de vista diferente al de hace unos meses. No sé cómo ha pasado, pero aquí estoy de nuevo. Analizo y pienso, y joder, cuánto he vivido sin darme cuenta. Cuántos errores en este tiempo. Y me alegro, me alegro porque significa que he cambiado, he mejorado. Ahora me conozco a mí misma, sé quién soy y puedo sentirme orgullosa. No tengo los miedos que tuve. No tengo los problemas que tuve. Los que han estado aquí siempre saben de lo que hablo... Jamás pensé que pudiese salir de aquel pozo oscuro y que no parecía acabar jamás. Aquel pozo sin fondo, sin luz, sin aire. Aquel pozo en el que me hundía y que yo misma construí. A fuerza de cansancio hoy salgo a flote. De cansancio o no sé de qué. Pero aquí estoy. Jamás me desharé completamente de todo aquello que me perseguía, pero he aprendido a vivir conllevándolo y combatiéndolo día a día. En eso consiste la vida... "en no esperar a que deje de llover, en aprender a bailar bajo la lluvia". Y finalmente la l

Cabizbaja.

 Es de noche y camina sola. Las calles mojadas, impregnadas del agua que no cesa de caer. Su cuerpo presente en esas avenidas húmedas. Su mente, nadie sabe donde. ¿En las nubes? ¿A cien metros bajo tierra? Siempre anda en otros asuntos. Solo intenta entender. Entender el por qué de tantas cosas que se escapan de su vista. Demasiadas preguntas y pocas respuestas. Las manos en los bolsillos, la cabeza agachada, pasa invisble entre las multitudes. Las calles están llenas de gente. De gente vacía. Ella intenta llenar ese hueco con sus pensamientos. En cierto modo lo consigue, pero aún le falta algo. Sigue caminando sin rumbo fijo, por inercia. Pensando en qué podría hacer para dar respuesta a tanta sed de "por qué". Aún hay un error que no ha sido capaz de ver. Pero entonces lo hace. Se da cuenta. El error está en preocuparse demasiado. Debería vivir más. Sentir más y pensar menos. Dejar que las cosas buenas lleguen, y que las malas también lo hagan. No se puede controlar todo lo

Divagando con egocentrismo.

Casi un año y medio después de que todo empezara. Me miro al espejo y sonrío con lágrimas en los ojos. ¿Qué ha pasado? No lo sé. Menuda pesadilla. Pero desperté, por fin. Estoy aquí de nuevo, con más ganas de dar guerra que nunca. Yo conozco todo lo que he sentido y lo recuerdo, con un nudo la garganta. Supongo que tocará aprender de ahí. Mi autoestima no creo que vuelva, pero puedo sustituirla por un poquito de amor propio. Sinceridad conmigo misma. No más mentiras. Soy feliz. Todo está bien. Bien. Tengo ganas de hacer tantas cosas que las lágrimas me han quitado. Y no sé cómo se podrán interpretar mis palabras, pero estoy orgullosa de mí. Con orgullo puedo decir que he aprendido a vivir, y dejar de sobrevivir. Me da igual lo que diga la gente, hoy soy yo misma. Saboreo con gusto el placer de sentir que se valora lo que soy, por lo que soy. Me veo capaz de seguir adelante y hacer todo lo que me proponga. No sé cómo, pero ha llegado. Ha llegado el día en el que me he cansado de ser sol

Revoluciónate.

Eh, ¿me escuchas? Mírate al espejo y dime, ¿no es irresistiblemente fácil adorarte? Mira tus ojos. Fíjate bien. Solo tú sabes lo que esconden, ¿eh? Resérvate ese lujo para ti. Tú. Todo lo que tendrás siempre. Fíjate en tu sonrisa. (Sonríe primero, y segundo, y tercero, y siempre.) ¿Acaso no es como un rayo de sol entre nubes? Vuelve loco a cualquier cuerdo. Como me gusta esa sensación. Mírate otra vez. Fíjate bien. En cada centímetro de tu cuerpo. Ámate. Sí, ámate a ti mismo. Que no. No es egoísmo; es amor propio. (Que me atrevo a decir que falta mucho.) ¿Recuerdas cuantas veces odiaste lo que veías en ese espejo? Sí. Lo sé. Yo también he sentido asco de mi propio reflejo. Menuda estupidez. Tú, como hoy hice yo, tienes que entender que la revolución empieza en tu cuerpo, en tu alma, en ti. Eres capaz de todo. Y de nada. Pero también de todo. Y tienes que amarte para conseguir todo lo que te propongas. ¿Por qué no ibas a hacerlo? Dime. ¿Por qué? QUIÉRETE. Para que el resto pueda querert

¿Estoy soñando o he empezado a vivir?

Las cosas buenas de la vida, también llegan sin avisar. Es de terapia de choque observar las exageradas curvas del destino; así como un día llueve a mares y parece que jamás cesará, el sol brilla al día siguiente. Y no avisa. Pero hay que saber adaptarse a cada momento. Y aferrarse a los buenos, y hacerlos eternos. Y luchar porque los malos pasen rápido. Porque aunque las cosas (buenas y malas) llegan sin avisar, y a veces son irremediables, el futuro es nuestro y depende de nuestro presente. Y no debe suponer un agobio, sino un motivo de sonreír. Tú eres capaz de elegir si mañana llueve o sale el sol. Tú decides. Es tan sencillo como parece. Y es que todo depende del punto de mira, de la perspectiva con la que se mire. Y cuando encuentras el ángulo preciso, recuérdalo. Busca otros, por si acaso, porque está bien mirar de todas las formas posibles, pero recuerda con cuál te sentiste bien y búscalo siempre. Porque hoy puedo decir que la vida me sonríe. Pero no por azar; simplemente me d

8 de marzo.

Naces en el punto de mira de una sociedad patriarcal, centrada en el hombre. Con la única función de servidumbre, la única ambición de complacer a un hombre. Pero la necesidad biológica de sentirte libre. Desde siempre te implantaron unas normas, un patrón de belleza que seguir y mil exigencias. Aguantando ese dolor mensual para después llevar dentro de ti al fruto de tu esfuerzo. La vida nace en ti. El dolor nace en ti. La lucha sería imposible sin ti. Y aún algunos pretenden llamarte débil. No dejes que te hagan sentir inferior, mujer.

Absolución Pablo Hasél.

Pablo Rivadulla Duró es, para quien no lo conozca aún, un rapero y poeta leridense, de ideología comunista a grandes rasgos, que por pedir la libertad de todas las personas y sencillamente expresar sus opiniones con su música, podría ser metido en prisión. Os dejo este vídeo en el que él mismo explica esta historia con un poco más de detalle: https://www.youtube.com/watch?v=7fO9HUCRzSc&feature=youtube_gdata_player y os pido que escuchéis algunos de sus temas además de ver el vídeo antes de seguir leyendo esto. Es inmenso mi cariño por este artista. Gracias a Pablo Hasél, he abierto los ojos de infinidad de formas. Su historia me identifica, y es eso una de mis mayores fuentes de ganas de luchar. Saber que él también pasó por algo parecido a lo que hoy yo (y otros miles) sufrimos en silencio es un gran apoyo, no por lo de "mal de muchos, consuelo de tontos", no. Es porque él en sus letras sabe retratar todo aquello que el sentía y que hoy siento yo, y de una manera especi

Merece la pena, no la merece.

A fuerza de preguntarnos si merece la pena seguir la respuesta se convierte en no. ¿Merece la pena seguir? ¿Debo seguir? La angustia que ese existencialismo nos produce acaba por hundirnos en el pesimismo y la desgana. (A algunos nos venía de serie, pero si puedes evitarlo, deja de preguntarte si merece la pena vivir, y vive.) Vivir y ser feliz quedan demasiado alto dentro de mis posibilidades. Poco a poco asumo que es esto lo que me queda, y mi existencia se limita a robar oxígeno, observar como pasa el tiempo y sobrevivir. Aún queda esperanza, aunque la mínima. Dicen que la esperanza es lo último que se pierde, porque hay una gota que solo se pierde cuando llega nuestro fin. Esa es la que a mí me queda hoy. Esa brizna de esperanza solo me dice que existe un cambio radical en el mundo que me haría feliz, pero no es suficiente para convencerme de que puedo lograr ese cambio. Por tanto, así sigo, dejando que el tiempo pase, soñando con un cambio que no puedo conseguir, anhelando que al

Miedo a sentir.

Cuando aparecen los primeros síntomas de un catarro, ¿qué solemos hacer? Acudir rápidamente al cajón de los medicamentos y tomar alguno que impida que ese catarro avance. Y eso es, en definitiva, lo que hacemos con todo. Justo cuando creemos que algo nuevo puede aparecer, lo reprimimos y lo matamos, impidiendo que se manifieste. Así actuamos. Solo buscamos ese sentimiento de plenitud y felicidad, que acaba por convertirse en vacío. Se necesita el dolor para apreciar aún más el placer. Pero no nos damos cuenta... Y al final, esto es lo que nos queda. Gente con miedo a querer por poder salir lastimada. Miedo a sentir. Miedo a amar. Demasiada inteligencia y ¿para qué? No nos atrevemos a dar el paso más importante; sentir. Acabaremos por ser robots, que solo sienten el corazón cuando tienen flato.

¿Y si los demonios viven dentro, qué?

Hay ciertas cosas que me descolocan, que no entiendo, que nunca podré entender. Hoy quiero centrarme en una de ellas, una duda existencial que no es más que el fruto de lo de siempre (los que me leen de seguido, saben que me refiero a esa autoestima a tres metros bajo tierra); ¿qué puede ver la gente en mí? Llevo un tiempo sin escribir aquí, y como siempre, han pasado cosas. He analizado y observado, como siempre. Y he sido testigo de cómo la gente me idealiza, de cómo me subestiman y piensan que soy más de lo que soy. De ahí nace mi duda... ¿qué verá la gente en mí? ¿por qué tanto interés en lo que soy? Sé que puedo dar mucho de mí misma, pero no entiendo cómo la gente puede sentirse atraída por esa suposición. Y a veces me duele, porque no puedo ni corresponder al cariño que me ofrecen. Y... y eso es todo. Porque ni quiero, ni debo profundizar. Pero ojalá alguien sepa enseñarme qué es eso tan increíble que se ve en mí, y pueda verlo yo también.

La historia de Dana. La pequeña puta. (Por Día Sexto)

" Ocurrió hace unos 6 años. Se llamaba Dana. Era rumana. La conocí de casualidad llegando a mi casa. Me pidió ayuda. Al principio no me inspiró confianza, pero sé pasar de los prejuicios estéticos y la ayudé. Sólo quería hablar y comer algo. Tenía 23 años, llevaba 7 aquí en España desde que la trajeron. Era prostituta desde los 16 obligada a ejercer. Su rostro algo arrugado denotaba una belleza experimentada. Sus ojos negros transmitían más que cualquier libro. Me contó todo lo que pudo. Se desahogó. Me dijo donde la obligaban a trabajar y que no llamase a la policía. No duró mucho la conversación. Tres armarios entraron a por ella bajo la atónita mirada del resto del establecimiento. Poco pude hacer más que llevarme un par de hostias gratuitas. Se fue llorando. Pasó una semana hasta que entré en ese local. Tardé un rato en verla. Me subió a la habitación y me abrazó. Ni si quiera me creía la situación ni donde me estaba metiendo. Me dijo que no podía estar más de media hora. Ocu