Nadie trabaja por su felicidad y todos la viven. Yo sin embargo, me dejo cada segundo en intentar que ese y todos los demás tengan algo mágico y merezcan la pena y sólo consigo penas. No pensar parece el camino al cielo en este infierno, y yo no sé andar esos senderos. Que alguien me hunda un poco más abajo.
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Mostrando entradas de febrero, 2018
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Nunca pensé necesitar realmente tanto a otro ser humano. Nunca supe hasta este punto lo que dolía una dependencia emocional. Ahora me quedo igual de sola que al principio por no haberme dado cuenta de que todo es efímero. Igual de sola pero más triste y desacostumbrada. Dejé caer el peso de mis desconsuelos sobre otros hombros a los que no les pesaban, y los creí tan fuertes como para sobrellevarme siempre sin esfuerzo. Era mentira. También creí al fin no tener que preocuparme nunca más por no encajar, porque había al menos alguien con quien lo hacía completamente y eso significa que algo en mí estaba bien. Era mentira. En la época del Internet como estilo de vida es difícil separar la realidad de la ficción. Tras una pantalla todo parece tan fácil para algunos y tan cuesta arriba para otros. Quizás no tendría que enfrentarme a este monstruo si hubiese nacido unas décadas antes, pero esta es otra más de las excusas que me doy para explicar mis ausencias.
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La complicidad se paga a un alto precio, es un bien escaso solo porque nosotros queremos. Permitimos pagar con noches en vela y de soledad los cada vez más efímeros momentos de real seguridad. No nos queda mas remedio porque ese amor es un bien de primera necesidad. A veces me gustaría dejar de lado toda relación humana. No digo que el problema esté en las relaciones ni en el resto, muy probablemente el problema sea mío. Me baso en las estadísticas y cada relación de cualquier tipo ha sido un despropósito. Sin embargo, por necesidad o inercia he seguido intentándolo. Llega un momento en el que sientes que quizás sí que hay un hueco para ti. Y al final es una ilusión. Realmente lo supiste desde el principio, como me ocurre a mí, pero intentas autoconvencerte de que quizás sí seas lo suficientemente buena para algo. Todo acaba de la misma manera, en un momento extraño que no logras entender ni explicar cuando alguien te pregunta "¿Qué paso?". Acabo siempre más enfadada que