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Mostrando entradas de agosto, 2017
Ya no nos estremecemos al escuchar las sirenas de una ambulancia. Nos quedamos ajenos, sin cambiar nada de lo que estamos haciendo en ese instante, como si fuésemos sordos sólo ante lo que no queremos oír. Nadie se pregunta quién irá en su interior, qué estarán pensando, qué habrá ocurrido, qué estarán sintiendo. Si lo hiciésemos, nadie estaría tan solo, aunque sin saberlo estaría acompañado por todo aquel que se pone en su piel y le da la fuerza que le falta. Igual nos pasa con todo. Hemos perdido la empatía.  Cada día a cada hora escuchamos casos de asesinatos, atentados, muertes, catástrofes, dolor. Y seguimos con nuestras vidas porque tenemos cosas más importantes y menos dolorosas que hacer. Un ejército de frialdad hasta que las llamas los prenden a ellos.
Me gusta dormir con mantas en agosto y andar descalza en diciembre, no es por llevar la contraria, es que siempre fui atemporal. La vida humana actual me agota, me frustra, me cansa, me aburre, me anula y me fascina. A veces pienso en salir corriendo hacia la nada y despedirme de todo sin siquiera decir adiós. Entonces pienso en dejar perecer un mundo hermoso en manos de alimañas y se desvanecen esas ideas de mi mente. Ojalá fuésemos un poco más animales. Pensamientos atemporales de una mente atemporal en un mundo que es un ciclo que se repite en espiral y acabará por ser un punto final.

Revólver

Soy tantas cosas que ya no sé quién soy, me veo a mí misma reflejada en un cristal turbio después de una lluvia de barro día tras día. Me oculto tras las mantas, tras las cortinas, tras la que va delante de mí, esa a la que muchos conocéis y confundís conmigo, pero no soy yo. Ella es más que yo en mucho y menos que yo en otro tanto. Más que yo en lo que no me da miedo ocultar, menos que yo en lo que me hace sentir insegura. Me observo desde mi propia sombra con miedo de ser descubierta y descubrirme a mí misma observando y como resultado de la paradoja terminar de desenmarañar mis propósitos ocultos, mis formas extrañas, mis pensamientos inquietos agazapados en esquinas impenetrables de mi mente. Cada paso que doy me hace darme cuenta de que estoy cada vez más lejos, aunque la perspectiva me diga que voy hacia delante. No sé cuál es el punto de referencia. ¿Es el ayer? ¿Es el hoy? ¿Es el mañana? Escribir es como mirar ese cristal turbio. Las palabras fluyen de mis manos antes inclu