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Mostrando entradas de marzo, 2015
A veces pienso en dónde va a parar todo esto. Una idea me golpea de pronto cuando voy por la calle, cabeza agachada pensando en mis cosas, y diviso una esquela tirada en suelo, con los filos arrugados y la huella de una pisada sucia justo encima del nombre. ¿En eso queda resumida una vida entera? Ochenta años de existencia en una triste hoja de color gris con letras en negro y unos bordes azul marino rodeando el festivo evento fúnebre. No pienso dejar que me reduzcáis hasta tal punto. Este bucle va a acabar de un momento a otro.
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¿Y si siempre me toca perder?
¿Sabes esa sensación cuando pasas mucho tiempo metido dentro del mar? Por la noche, al llegar a la cama, aún sientes el bamboleo de las olas mecer tu cuerpo, sientes es suave golpe del viento en la cara, el pelo húmedo recorrerte la cara, el sol caliente quemarte las mejillas y dejarse caer suave en el pecho. Pues esa es la sensación que siento cuando te vas. Supongo que, de alguna forma, mi ritmo se ha acompasado al tuyo y ahora te sigo sintiendo aunque no estés. Siento de la misma forma mi cuerpo moverse con el tuyo, tu aliento en mi cuello y el sudor en la espalda. Lo siento aquí aunque no te tenga.

Alas.

Dame alas y no me dejes pensar en el futuro. Todos sabemos que en cualquier momento saldré a volar. Siempre habrá cosas inevitables pero no podemos dejar que un bache no nos deje disfrutar de la carretera. Aunque es cierto que siempre me gustó la velocidad, ir más rápido que el resto y por eso me encuentro con baches más a menudo. Pero nunca he pensado en parar, en dejar el camino de baches. Simplemente he pensado en cambiarlo, enfocarlo un poco más arriba... Despegarme del asfalto y sobrevolarlo. El asfalto nos atrapa y se hace más difícil seguir. Quiero quererte a ti, pero quererte un poco más, más alto, ¿tú no?