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Mostrando entradas de julio, 2017
Detesto quedarme muda con todo lo que tengo que decir. Las palabras se bloquean justo cuando estaban por salir, nunca me decido a pulsar el botón de la detonación final. Siempre tan cerca y a la vez tan lejos de lograr dejar de reprimir los cien millones de aleteos de abejas que me recorren desde el estómago hasta el final de la garganta. Ojalá mis ojos aprendiesen a hablar. O los tuyos a escuchar voces calladas. Detesto no vivir mi vida por mí. Si lo hiciese ya estaría lejos de la vana realidad, de las mentiras de ver la vida pasar mientras te debes a los demás y te olvidas de ti. Eso es lo que más detesto. Ser consciente de que soy esclava del mundo que no soporto y no ser capaz de ponerle fin. Esclava de las risas, de las preguntas indiscretas, de las miradas acusadoras, de las palabras afiladas, del pensar de mentes vacías. Adoraría correr hasta cansarme, echarme sobre el suelo a sentir mi respiración, no deberle nada a nadie, que nadie esperase nada de mí más que yo, y todo lo q