Entradas

Mostrando entradas de noviembre, 2015
Esto no es una entrada seria. Hola, hola, Aviso a los poquitos que estáis pendientes de lo que escribo por aquí que voy a cambiar de cuenta de twitter en unos días. Motivos: quiero escribir tranquila, sin tener la mirada de tanta gente sobre mí. Estoy cansada de que me miren con lupa. Avisaré por mi cuenta de @isa_pajaroazul. El nuevo user será @bleusoiseaux. Aprovecho para decir que ya no uso instagram, ni snapchat, ni facebook o sucedáneos. Twitter, whatsapp y blogger.
La seriedad no implica tristeza, que no esté siempre riendo no significa que esté siempre triste. La risa floja, la risa vana y superficial, tendrá valor para vosotros pero no para mí. Alguien que se ríe constantemente, de todo y por todo, suele encerrar en sí una oscuridad terrible de miedo, complejo y desesperanza. Una sonrisa, una risa silenciosa o una grotesca carcajada son un premio, un regalo demasiado caro como para echarlo por la borda. Por eso me gusta guardarlo para el calor del interior, disfrutarlo conmigo misma o con la gente que yo he elegido tener a mi lado. No creo que nadie merezca tanto la pena como para suponer el agobio del qué dirán.
El tiempo se nos agota. A veces queremos que corran más deprisa las horas. Otras, sin embargo, queremos que se pare el tiempo en el calor de unos brazos, o que no anochezca tan temprano para no envejecer nunca. Pero el tiempo no depende de nosotros, es una fuerza ajena, una causa externa, el motor que mueve la vida, el asesino de todos, el padre del mundo. Es imposible controlar el tiempo, corre a su antojo. ¿O no? El tiempo es el motor que muevo el mundo, pero un motor solo se inicia si hay una energía que lo arranque. Cada paso que damos en el suelo, firme y fuerte, es esa energía que mueve el mundo y que hace girar las agujas del reloj.
¿Y si el mundo ha evolucionado por qué si me asomo al balcón no puedo ver las estrellas? ¿Y por qué me paso las horas esperando a que se ilumine una lucecita azul en la negra pantalla de un trozo de metal? ¿Por qué depende mi alegría de que se me ilumine el corazón con un mensaje?
¿Escuchas como se estrechan las paredes y te dicen "quién te crees para hablar"?
Cuando te arrancan ese pedacito que te mantenía la ilusión y las ganas de vivir, sientes que mueres, que te desvaneces poco a poco. Aunque sea solo un rato. Y de verdad desearías que todo acabase, desearías ser el foco de destrucción de un ejército completo, y chillas de rabia y tu piel se resquebraja en mil, rompes y rompes todo lo que encuentras hasta oír el "crash" de tu alma rota. Entonces te echas a dormir y esperas a que se regenere, a que se vuelvan a juntar bajo el calor de tu propio calor, porque entonces la soledad se llena del vacío y el vacío de soledad, porque sabes que es tu culpa por aferrarte tanto a algo que tal vez no significase nada para el mundo, y el mundo es siempre el que lleva la voz cantante, porque tú no vales nada y es hora de que lo asumas.
Hazme de todo y dámelo todo. Si me haces mucha falta, dame por muerta.
Ojalá nunca se hubiese inventado la telefonía, los sistemas operativos, las redes sociales, la frialdad de un mensaje escrito con la insensatez, la maldad de ocultarse tras una pantalla para hacer daño. Ojalá no existiese el tráfico, los semáforos, los pasos de cebra, los edificios de quince plantas, los ascensores exteriores, los aviones a diez mil por hora, los viajes al espacio exterior para conocer la frialdad del universo. ¿No hace ya bastante frío aquí abajo? La irracionalidad del único ser racional sobre la faz del planeta Tierra no le deja pensar con claridad, le nubla la mente y el nubla los cielos con sus automóviles y sus bombas, atenta contra la vida de sus iguales e incluso se revienta los órganos por puro fanatismo. El amor al prójimo imaginario ha superado al prójimo de la casa de enfrente. ¿Por qué? ¿A quién hay que culpar? Inventamos para huir, nos creemos la mentira y el mundo entero es un hospital psiquiátrico. Vivimos basándonos en lo irreal, en los cimientos de