Esta tampoco es mi trinchera.
Aleksandra Kolontái, Mary Wollstonecraft, Simone de Beauvoir, Betty Friedan, Beatriz Preciado, Nuria Varela, Dolores Ibárruri, Rosa Parks, Flora Tristán, Rosa Luxemburgo, Clara Zetkin, Virginia Woolf y otros tantos nombres de heroicas damiselas que se dejaron las uñas en luchar contra patrones androcentristas. Ellas sí me representan y es a ellas a quien quiero a mi lado en la lucha. En vista a los sucesos que repercuten diariamente en la contienda por la igualdad entre razas, entre clases, entre géneros y especialmente a este último caso, me veo obligada a expresar mi disenso y mi impotencia de ver cómo el trabajo de las citadas mujeres se ve ninguneado por la actitud cisheteropatriarcal de algunos grupos que creen llevar el control absoluto sin más disyuntiva. La opresión machista es uno de los problemas más latentes en todas las luchas revolucionarias vigentes a día de hoy. Sin especificar, puedo afirmar, corroborar, ratificar y asegurar que el machismo no deja que los géner