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Mostrando entradas de diciembre, 2013

Sueños de anarquía.

Todo el mundo dijo que la anarquía no era más que una absurdez imposible y yo decidí creerlos. Por eso me aferré a otras ideas que me dieran la posibilidad de ese cambio de base tan necesario, y no me arrepiento. El marxismo y el comunismo es una buena forma de buscar una revolución en la sociedad. Y así vivo hoy; cerebro comunista, corazón anarquista. Vivo con ideas comunistas fijas en mi mente, por las cuales busco esa igualdad y esa justicia necesaria entre la gente para vivir en paz de una vez. Por eso defiendo la lucha de clases y el socialismo, porque creo que es la única forma posible de conseguir un cambio en nuestra sociedad. Pero las ideas anarquistas viven en mi corazón y tengo ese sueño presente... Siempre. Sueño con el día en el que se rompan los gobiernos y la gente decida amarse sin más excusas. Sueño con poder vivir en libertad plena disfrutando de los avances conseguidos en las tecnologías y las ciencias. Somos los más ricos en cuanto a recursos, y los más pobres de

Altas expectativas.

La visión que tiene la gente sobre ti es muy influyente a la hora de tu desarrollo como persona y en el transcurso de tu vida; es mas, puede determinar cómo eres en muchos aspectos. Por mi parte, siempre me ha dolido la forma en la que la gente me ve, la visión que tienen de mí, de una u otra manera. Y es que la gente suele tener una perspectiva demasiado positiva hacia mi persona, tan positiva... que se convierte en negativa. Todo el mundo tiene altas expectativas sobre mí y yo no alcanzo a cumplirlas, y eso me hace sentir fracasada y desdichada; si no puedo lograr ni eso que se supone que debería hacer con los ojos cerrados, ¿de qué sirve que yo viva? No soy esa gran persona que creen. No, no lo soy. No soy tan inteligente, ni tan trabajadora, ni tan aplicada, ni tan buena estudiante, ni tan increíble hija, ni esa impresionante amiga, ni buena escritora, no. No soy nada de todo eso. No esperéis que dé tanto de mí porque no tengo que dar... Por eso sé que nadie me conoce realmente bi

Tiempo de altibajos.

Te sientes el amo soberano del mundo. Estás en la cima. Puedes con todo, nada ni nadie te hará sentir inferior. Eres tan fuerte que nada se te resiste. Afrontas cada nueva situación con ganas, con valentía, con la seguridad y la certeza de que nada saldrá mal. Todo parece ir sobre ruedas. Te miras al espejo y sonríes, te sientes orgulloso de lo que ves reflejado en ese triste espejo. Admiras cada uno de tus logros y te esfuerzas por mejorar de cada uno de tus errores. Sueñas con que esta sensación dure para siempre... En esta vida nada es para siempre.  Es martes 13, pero tú no eres supersticioso. Has puesto el pie izquierdo sobre el suelo frío sin darte cuenta de que el derecho seguía en la cama. Comienzas el día con una sonrisa, todo saldrá bien, ¿recuerdas? Pues hoy no. Tropiezas. Algo falla. Te levantas rápido, solo un susto. Vuelves a tropezar, esta vez más fuerte, te cuesta más levantarte, pero lo haces. Te caes. Te vuelves a caer antes de levantarte. No te levantas. ¿Qué pasa?

Mentiras.

Un buen día sin esperarlo, descubres que todo aquello en lo que crees es mentira. Todo, sin excepción. Todo es una gran mentira en la que te tenían engañado y de la que ahora luchas por salir. Así que, le das a todo la vuelta. Consigues creer en nuevas ideas que te llenan de ilusión, ya que piensas que ahora estás en lo correcto. No, no lo piensas. Lo sabes. Sabes que ahora estás en lo cierto, ahora has descubierto la verdad y ahora vas a ser feliz. Otro día, descubres que todas esas nuevas ideas llenas de ilusión en las que creías, también eran mentira. Otra vez en un engaño. Otra vez viviendo en la mentira y sin saberlo. Pero tú no cesas, quieres encontrar la verdad y luchar por buscarla y encontrarla. Y, claro, claro que lo haces. La encuentras. Esta nueva verdad tiene un color distinto, una nueva esperanza y una nueva ilusión a la que aferrarte. Nada saldrá mal esta vez. Llega un nuevo día y tu absurda realidad se derrumba. Más mentira. ¿Otra vez? Otra vez. Te mosqueas, nada es n

Compleja sencillez.

Puedo parecer de lo más sencillo del universo. Puede parecer que simplemente soy lo que aparento, que no hay nada más detrás, que todas mis sonrisas son sinceras, que todo lo que digo no tiene más significado que el aparente y que nada me quita el sueño. Pero como nada es lo que parece, yo tampoco.  En mi aparente y clara sencillez el caos se concierne. Nadie lo entiende (ni nadie se esfuerza por entenderlo). Hay tanto por ver, tanto por analizar, tanto por discutir detrás de que mi imagen refleja, que pocas personas alcanzar a conocer lo que realmente soy. Es más, ese número de pocas personas es exactamente cero. Porque no, nadie, ni yo, ni tú que me lees, me conocerá realmente jamás. Ni hoy, ni mañana, ni ayer. Jamás. Y entonces, ¿qué? ¿Qué me queda? Si nunca nadie me conocerá, ni yo misma, ¿cómo sé qué camino coger sin equivocarme? Tal vez la respuesta, sea no hacerse más preguntas.

Hoy ya no me quedan lágrimas que llorar.

Hoy ya no me quedan lágrimas que llorar, pero sí motivos. Motivos para llorar siempre sobran y jamás faltan, pero mi cuerpo hoy dijo «¡basta!» y me deja con la extraña sensación de querer llorar y no poder, con los sollozos sordos a flor de piel y una melancolía dentro que me desgarra las entrañas y me estremece.

Vacío. Qué es y por qué me atormenta.

Estoy sentada en frente de la pantalla del ordenador, una vez más. Una tarde de viernes 13. Y de repente, algo se apodera de mis entrañas, me estremece y se me forma un nudo en la garganta. ¿Qué pasa ahora, joder? ¿Qué coño va mal? No lo sé.  Las lágrimas brotan del naciente y recorren su cauce por las mejillas hasta desembocar en los labios dejando una amargo sabor a sal. No hay nadie en casa. Solo oigo el silencio. Nadie me dirige un saludo. No tengo nada por hacer hoy, pero nadie quiere ocupar mi tiempo libre. Me siento sola, aislada del mundo y sin nada por hacer. El vació me llena de melancolía y hace imposible que pueda mantenerme erguida. ¿Por qué esa necesidad de sentir que tengo mil cosas por hacer para sentirme llena de algo que no sea esta insoportable sensación? Irritante. Pero ojalá fuera tan simple. Hay mucho más detrás... ¿De dónde procede realmente mi vacío? He hablado de lo más superficial, pero mi vacío tiene su origen en el origen de mis tiempos.  Siempre he sido

Sociedad insensible.

Yo no elegí cuándo nacer. Ni dónde nacer. Pero, de haber sabido las circunstancias en las que me encuentro, no habría elegido ni este momento ni este lugar.  La sociedad que me rodea desconoce el significado de la palabra "empatía". Nadie parece preocuparse por nada ni nadie que no sea él mismo y su poder. A nadie le importa que la gente se muera del asco. El amor dejó de ser una necesidad del alma para ser solo un capricho hace mucho tiempo.  El dinero, el poder, la fama, el éxito; esos malditos que todo lo mueven y han hecho que vivamos como vivimos, en un mundo insensible. Todo se mueve por y para lograrlos sin importar quién salga perjudicado.  Este mundo de humanos es tan inhumano... La gente se olvidó de la filantropía.  Si el amor moviese el mundo no habría guerras, no habría crisis, no habría dolor.  Nosotros los humanos podemos hacer la vida la mejor de las aventuras jamás vividas, podemos hacer que el camino de la vida sea ameno y agradable para cada uno de noso

Sin límite...

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Nuestro miedo más profundo no es que seamos inadecuados. Es nuestra luz, no la oscuridad lo que más nos asusta. Nos preguntamos: ¿quién soy yo para ser brillante, precioso, talentoso y fabuloso? En realidad, ¿quién eres tú para no serlo? Eres hijo del universo. El hecho de jugar a ser pequeño no sirve al mundo. No hay nada iluminador en encogerte para que otras personas cerca de ti no se sientan inseguras. Nacemos para hacer manifiesto la gloria del universo que está dentro de nosotros. No solamente algunos de nosotros: Está dentro de todos y cada uno. Y mientras dejamos lucir nuestra propia luz, inconscientemente damos permiso a otras personas para hacer lo mismo. Y al liberarnos de nuestro miedo, nuestra presencia automáticamente libera a los demás. Nuestro miedo más profundo es que somos poderosos sin límite.                                                     - Nelson Mandela.

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Yo por mi parte la quería a ella más que a nadie, con un amor ilimitado. Si ella no me correspondía en la misma manera, que carajos importa. El amor es así: desbalanceado, desequilibrado, desajustado…cojo.                                                                      - Fernando Vallejo.

A Margarita Debayle.

Margarita está linda la mar,  y el viento,  lleva esencia sutil de azahar;  yo siento  en el alma una alondra cantar;  tu acento:  Margarita, te voy a contar  un cuento:  Esto era un rey que tenía  un palacio de diamantes,  una tienda hecha de día  y un rebaño de elefantes,  un kiosko de malaquita,  un gran manto de tisú,  y una gentil princesita,  tan bonita,  Margarita,  tan bonita, como tú.  Una tarde, la princesa  vio una estrella aparecer;  la princesa era traviesa  y la quiso ir a coger.  La quería para hacerla  decorar un prendedor,  con un verso y una perla  y una pluma y una flor.  Las princesas primorosas  se parecen mucho a ti:  cortan lirios, cortan rosas,  cortan astros. Son así.  Pues se fue la niña bella,  bajo el cielo y sobre el mar,  a cortar la blanca estrella  que la hacía suspirar.  Y siguió camino arriba,  por la luna y más allá;  más lo malo es que ella iba  sin permiso de papá.  Cuando estuvo ya de vuelta  de los parques del Señor,  se miraba toda envuelta  en

Poema XIV.

Juegas todos los días con la luz del universo.  Sutil visitadora, llegas en la flor y en el agua.  Eres más que esta blanca cabecita que aprieto  como un racimo entre mis manos cada día.  A nadie te pareces desde que yo te amo.  Déjame tenderte entre guirnaldas amarillas.  ¿Quién escribe tu nombre con letras de humo entre las estrellas del sur?  Ah, déjame recordarte cómo eras entonces, cuando aún no existías.  De pronto el viento aúlla y golpea mi ventana cerrada.  El cielo es una red cuajada de peces sombríos.  Aquí vienen a dar todos los vientos, todos.  Se desviste la lluvia.  Pasan huyendo los pájaros.  El viento. El viento.  Yo sólo puedo luchar contra la fuerza de los hombres.  El temporal arremolina hojas oscuras  y suelta todas las barcas que anoche amarraron al cielo.  Tú estás aquí. Ah, tú no huyes.  Tú me responderás hasta el último grito.  Ovíllate a mi lado como si tuvieras miedo.  Sin embargo alguna vez corrió una sombra extraña por tus ojos.  Ahora, ahora también, peque

La vida es sueño - Jornada III - Escena XIX.

Segismundo: Es verdad; pues reprimamos esta fiera condición, esta furia, esta ambición por si alguna vez soñamos. Y sí haremos, pues estamos en mundo tan singular, que el vivir sólo es soñar; y la experiencia me enseña que el hombre que vive sueña lo que es hasta despertar. Sueña el rey que es rey, y vive con este engaño mandando, disponiendo y gobernando; y este aplauso que recibe prestado, en el viento escribe, y en cenizas le convierte la muerte (¡desdicha fuerte!); ¿qué hay quien intente reinar, viendo que ha de despertar en el sueño de la muerte? Sueña el rico en su riqueza que más cuidados le ofrece; sueña el pobre que padece su miseria y su pobreza; sueña el que a medrar empieza, sueña el que afana y pretende, sueña el que agravia y ofende; y en el mundo, en conclusión, todos sueñan lo que son, aunque ninguno lo entiende. Yo sueño que estoy aquí destas prisiones cargado, y soñé que en otro estado más lisonjero me vi. ¡Qué es la vida? Un frenesí. ¡Qué es la vida? Una ilus

Setenta balcones y ninguna flor.

Setenta balcones hay en esta casa,   setenta balcones y ninguna flor.  ¿A sus habitantes, Señor, qué les pasa?  ¿Odian el perfume, odian el color? La piedra desnuda de tristeza agobia,  ¡Dan una tristeza los negros balcones!  ¿No hay en esta casa una niña novia?  ¿No hay algún poeta bobo de ilusiones? ¿Ninguno desea ver tras los cristales  una diminuta copia de jardín?  ¿En la piedra blanca trepar los rosales,  en los hierros negros abrirse un jazmín? Si no aman las plantas no amarán el ave,  no sabrán de música, de rimas, de amor.  Nunca se oirá un beso, jamás se oirá una clave… ¡Setenta balcones y ninguna flor!                                                                           Baldomero Fernández Moreno.

A base de errores.

El error es la más dulce derrota, además de la única derrota en la que se sale ganando. Estamos hechos de errores. Todo lo que somos es todo lo que hemos vivido y en lo que nos hemos equivocado. Sin nuestras equivocaciones pasadas, nadie sería lo que es llegados a este punto. Gracias a los errores hemos aprendido a no volver a cometer los mismos fallos. Hemos sacado claras lecciones sobre qué es lo que realmente queremos y no queremos para nosotros mismos. Hoy, doy gracias a haberme equivocado. Doy gracias, porque hoy me doy cuenta de lo ciega que estuve un día y sé que no volveré a tropezar. Yo nunca tropiezo dos veces con la misma piedra. Los errores modifican los pasos de nuestro camino; si tropiezas con una piedra y ves que muchas le siguen, cambiarás la dirección. Por tanto, los errores no dejan a nadie indiferente. Y no deben hacerlo, además. Hay que pararse a analizar cada uno de los errores que cometemos y aprender de ellos. Pero jamás te arrepientas de un error. Es más, al

Comienzos.

Arrancas. Y como todo en un principio, tienes esperanza.  Esperanza. Esa dulce sensación, esa hermosa palabra, ese color verde en todo lo que te rodea. Si tienes esperanza tienes una bomba explosiva de posibilidades a tu alcance. Nada ni nadie te supera. Cuando tienes esperanza sientes que hasta el cielo negro estará azul en apenas un segundo. Puedes con todo. Tienes ganas de emprender un camino porque sabes que llegarás al final seguro, y que ese final será la felicidad tan ansiada desde un primer momento. La esperanza es el punto de partida. Pero, ¿qué pasa cuando la esperanza se acaba? A veces se agota. Sin decir nada más, un día se va. Y te deja a medias. Se lleva todas tus ganas, tus ilusiones y tus alegrías. El mundo se te viene encima y no tienes más fuerzas para seguir. Entonces, ¿qué? ¿Qué pasa entonces? Cuando la esperanza se termina, tienes que buscarla donde no la hay. Volver a creer que. en algún momento, todo esfuerzo dará resultado.   La esperanza se va. Pero tu

Noche número uno.

Noche cualquiera de invierno. E l café caliente entre sus manos se enfría. El cigarro se consume en sus labios.  Hace frío en la calle, pero hace aún más frío dentro de ella.  Hace un rato que nadie presta atención a los versos del libro abierto sobre la mesa. El tiempo pasa lento. Muy lento. Se sienta a esperar. ¿A esperar el qué? No lo sabe.  Mira fijamente a la nada esperando una respuesta.  ¿Qué respuesta? Otra vez más, esperando algo inexistente que nunca va a llegar.

«Soneto de trece versos.»

De una juvenil inocencia, ¡qué conservar, sino el sutil perfume, esencia de su Abril,  la más maravillosa esencia! Por lamentar a mi conciencia quedó de un sonoro marfil un cuento que fue de las Mil y una noches de mi existencia… Scherezada se entre durmió… El Visir quedó meditando…  Dinarzada el día olvidó… Mas al pájaro azul volvió…  Pero… No obstante… Siempre… Cuando…                                                                  Rubén Darío.