Cabizbaja.

 Es de noche y camina sola. Las calles mojadas, impregnadas del agua que no cesa de caer. Su cuerpo presente en esas avenidas húmedas. Su mente, nadie sabe donde. ¿En las nubes? ¿A cien metros bajo tierra? Siempre anda en otros asuntos. Solo intenta entender. Entender el por qué de tantas cosas que se escapan de su vista. Demasiadas preguntas y pocas respuestas. Las manos en los bolsillos, la cabeza agachada, pasa invisble entre las multitudes. Las calles están llenas de gente. De gente vacía. Ella intenta llenar ese hueco con sus pensamientos. En cierto modo lo consigue, pero aún le falta algo. Sigue caminando sin rumbo fijo, por inercia. Pensando en qué podría hacer para dar respuesta a tanta sed de "por qué". Aún hay un error que no ha sido capaz de ver. Pero entonces lo hace. Se da cuenta. El error está en preocuparse demasiado. Debería vivir más. Sentir más y pensar menos. Dejar que las cosas buenas lleguen, y que las malas también lo hagan. No se puede controlar todo lo que nos rodea. Esboza una pequeña sonrisa al llegar a esta conclusión. Justo en ese momento su vida se para. Alguien cruza su camino. Se chocan, se miran. Sonríen. La primera buena casualidad ante sus eojos. Él. Tú.

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