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Mostrando entradas de marzo, 2018
Quiero respirar y sólo me vale si es contigo. Quiero salir y sólo me vale si es de tu mano. Quiero andar a tu lado, hacia adelante y hacia atrás cuando sea necesario. Quiero que salga de ti. ¿Por qué a veces incluso sabiendo lo que tenemos que hacer, no lo hacemos? No sé si será el miedo, el orgullo, el pudor. Sólo sé que somos imbéciles.
Si sólo por un momento dejases de pensar en mí como un enemigo al que tener en el punto de mira y recordases cuántas veces bajé la guardia sólo por pedirte un abrazo. La vida es injusta cuando la tratas como humana. Sabes lo que necesito y sabes que lo necesito ahora, pero una batalla ganada siempre te supo mejor que calmar mis llantos. Tengo carencias, necesidades y cuidados como un bebé recién nacido un poco bastante más complejo. No te pido que te quedes siempre para dármelas, no me lo debes si no tengo nada que darte a cambio. Solo sueño con que, si estás, al menos, no tenga que rogarlo.
Ojalá tener el valor de no guardar todo lo que pienso, todo lo que sé. Parezco ajena pero sólo huyo del dolor de los que no saben que me hacen daño.
Crecer es renunciar a lo que debes porque no es lo adecuado. Qué precio tan alto tiene el bienestar. Siempre pensando en las consecuencias antes que en el acto, y cuánto nos perdemos. Ojalá supiese sólo dejarme llevar...
La ignorancia es una falsa felicidad. Pan para hoy y hambre para mañana.
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A veces así me siento: la aparente calma de un mar sereno que en su interior alberga barcos, tesoros, remolinos, toda una vida de flora y fauna, secretos y una profundidad que pocos podrían llegar a imaginar siquiera.
Me siento herida. Me siento pequeña. Me noto débil. Ya no tengo fuerzas. Llevo mucho tiempo fingiendo, casi toda la vida. Yo no quiero seguir con esto, libérame. Ponme las alas que me lleven lejos en el pasado, justo antes de permitir que todo este lío empiece. Solo quiero correr hacia atrás. Me siento atada. Me siento paralizada. Siento impotencia en partes de mi cuerpo que no existen. Necesito salir de esta jaula, de este cuerpo, de esta mente y de esta vida. Me gustaría vivir si no existiese el tiempo, si no existiese el pasar de los días ni las ataduras personales, si yo fuese el viento y todo lo demás a mi alrededor fuese el agua, la tierra, el fuego. Quiero lo sencillo. Percibir lo complejo es una lacra cuando tú también lo eres. Ya no encajan estas piezas. Quiero bajar. Quiero parar. Necesito ayuda.
Nadie sabe lo que esconde una cabeza que piensa, que mira, que escucha, que también siente. Es una caja hermética cerrada con candando y a veces ni nosotros tenemos la llave. Yo sólo quiero que se quede completamente vacía y me deje en paz y en la miseria.
Parece tan fácil: sólo tienes que creer en los actos de la gente y no sus palabras. Pero, ¿Qué son las palabras si no actos? Cuando crees ver tu mirada en otros ojos piensas que nadie podría mentirse mirándose al espejo. Las palabras entonces parecen actos a punto de ser verdad. Pero siempre están lejos de serlo, y cometemos el error de vivir esperando que no se esfumen con el viento.
Es la ausencia la que pesa, la que se siente como una niebla espesa que no te deja ver. La ausencia, las carencias, la falta. De gente y a veces de soledad. De confianza casi siempre. De motivos casi nunca. De ganas todo el tiempo hay audencia. Siempre se puede romper más un corazón roto, también así dando tumbos en un cementerio de promesas y palos de ciego hacia un futuro incierto cargado de desdicha. El principal problema es no perder nunca la esperanza a pesar de los golpes, a pesar de ser cada vez más fragmentos, mas pequeños, mas dispersos e imposibles de juntar. La esperanza nos da la vida que ya no tenemos y vivimos creyéndonos inmortales mientras morimos. Entonces llega y el día y el corazón deja de ltir. Y nos damos cuenta de que no importa, porque no es ahí cuando se muere. Una persona muere cuando empieza a tener más carencias que virtudes y su corazón se resquebraja por primera vez. Pero nunca por última.
Somos seres completos, todos lo somos. Pero siempre podemos hacer hueco para un poco más, o deshacernos de lo que ya no usamos o no nos gusta y reemplazarlo por cosas nuevas, ideas nuevas, pensamientos nuevos. Esa es la ventaja de convivir con tu opuesto: yo te ofrezco lo que te falta, tú me ofreces lo que me falta, discusiones sobre lo que yo creo y lo que tú no, sobre lo que tú afirmas y yo dudo. Hasta que se llega al equilibrio estático y no hay más que ofrecer. Entonces, ¿pasamos de ser medias naranjas a almas gemelas? No lo creo. Lo más seguro es que alguno se canse y busque alguien más a quien sacarle provecho y crecer, como un animal que agota las reservas y deambula de nuevo por la selva en busca de un oasis. Quizás no pase, porque no creas necesitar nada más que esté fuera de tu zona de confort, y te quedes para siempre en tu huerto, comiendo de la misma fruta sin cansarte del sabor. Pero cómo debe ser encontrar una aguja en un pajar, una entre siete mil millones. Alguien qu