Entradas

Mostrando entradas de octubre, 2014

Historias en fragmentos.

Antes de verle ya estaba plenamente segura de que quería llenar su boca de recuerdos, y su mente de besos. Su corazón ya estaba hecho de versos, mis manos tenían miedo de romper una pieza tan frágil. Siempre llevaba colores en las mejillas, y miel en la sonrisa. Como sacado de un cuento. Pero yo no sabía si era la rana o la princesa, si tenía que darle un bocado a la manzana o dormir durante años; yo no sabía cuál era mi guión. Nada de eso importó ante un alma tan plena... Hicimos nuestro propio intento de cuento, que no sé si acabó en microrrelato o desembocará en novela. En cualquier caso creo que sus ojos son la mayor expresión de la belleza de la literatura, si supierais cuánto he leído ahí...

Medias tintas.

Necesito un puente lo bastante alto como para no contarlo si me tiro. No, lo que necesito no es ser yo el puente que atraiga a los suicidas y los arroje al agua desde alturas vertiginosas asegurando su muerte por asfixia bajo las aguas estancadas de algún río seco. Aunque si yo fuese ese puente, puedo asegurar que tendría altura suficiente como para matar a cualquiera que se resbalase, accidentalmente o no. Pero no, no quiero ser yo la que tire almas inocentes al vacío existencial. Quiero que sea yo la que caiga, quiero ser yo a la que tiren, quiero ser yo la que se tire y no mire dónde cae. Necesito esa clase de amor arriesgado del que sabes que no vas a salir entero, al que te tiras de lleno sabiendo que la piscina está vacía y que el golpe está asegurado, a ese amor sin miedo que sabes que va a fracasar pero que aún así merece la pena. Necesito ir a por todas, tirarme y tirarme a matar, darlo todo y dejármelo todo. Nunca he sido de medias tintas, de dejar las cosas a medias. No

-fobia.

Me da miedo cuando me doy miedo, cuando no sé hacia donde seguir, cuando no me entiendo, cuando me siento perdida y no hay nadie a quien pedir ayuda, cuando me escondo de todo, cuando intento alejarme de mí y no puedo, cuando no me acuerdo de olvidar, cuando no sé si estoy, si soy o si parezco, cuando no siento nada y cuando siento demasiado y cuando no sé ni lo que siento. Tengo miedo la mayor parte del tiempo.

Nomeapeteceponeruntítulo.

La vida es simple, pero nos encanta generar tormentas en los días de calma. Y no me siento capaz ni de intentarlo. Me derrumbo incluso con la brisa de mar en los días calmados de verano, cómo no voy a hacerlo si te disfrazas de lobo feroz. Es difícil distinguir lo que es real de lo que no. Ya he perdido la cuenta demasiadas veces. Hundida, vacía, rota, hecha pedazos. Peor de lo que muestro. No puedo ser sincera. No puedo ni un segundo. ¿De dónde tiras cuando no hay nada? ¿A dónde vas cuando solo hay vacío? Incomprensible. El hierro también puede ser frágil a veces. He caído más de una vez, pero esta creo que no voy a volver a levantarme. Las metáforas tienen múltiples direcciones, nunca me podréis atrapar. Tampoco sé hacia dónde me dirijo, pero no quiero quedarme en ningún lugar. Aunque mis inseguridades se empeñen en echar raíces, tendré que cortarlas. Pero tendré que cortarlas yo. Ya no espero nada de nadie, ni de mí misma ciertamente. Pero intento convencerme y darme una oportunidad

Bajo control.

Suena la BSO de La Guerra de las Galaxias en mis sueños. ¿En mis sueños? Mierda. Las 7:20. Empiezan las prisas. Doy un salto de la cama cuando debería darlo por el balcón, pero esto son cosas aparte. Me miro al espejo por inercia y el asco me invade desde bien temprano. "Parad el mundo, que yo me bajo." Por esa misma inercia me arrastro hasta el fondo del armario, me visto del mismo gris o del mismo negro que mi estado de ánimo, intento arreglar el estropicio de mi cara de malas maneras y ahora me arrastro hasta la cocina. Tres dedos de leche, el resto de café, media de azúcar. Suspiro. Son las ocho antes de que pueda darme cuenta, salgo del portal y aún es de noche. Escucho cómo solloza mi cama y sollozo yo también. En siete minutos estoy en aquella gran cárcel. Caras tristes, almas apagadas, ojos durmiendo, conversaciones vacías, miradas insustanciales. Agobiante. Pasan seis horas, no mejora. Vuelves a casa, tampoco mejora. Vuelta a empezar. ¿Qué tengo que hacer hoy? Física

Perdidos.

Nunca estás donde te busco y siempre vienes cuando no te espero, y no puedo evitar esperarte todo el tiempo y ya llevas mucho sin aparecer. Hay un vacío aquí dentro que nada puede llenar. Dicen que cuando algo se va, se queda un hueco en tu alma que pronto podrás llenar de cosas nuevas que te reconforten y recobren tu energía. Pero este hueco está cogiendo polvo y no puedo evitar sentir una punzada cada vez que alguien intenta soplar. ¿Dónde estabas cuando te busqué con los ojos? Ahí, justo ahí, delante, inmóvil, evitando el contacto directo. ¿Dónde estaba yo cuando me buscaste tú? Huyendo de todo aquello que podía hacerme daño. Y ahora seguimos dando vueltas en círculos, en un ciclo vicioso que no acaba, que no cesa, que nos marea y nos destruye. No vamos a llegar a ninguna parte.

Si pudiera gritar.

Siempre he sido así. Durante más de setenta y dos horas pensando, dándole vueltas a lo mismo para tomar la mejor decisión y no equivocarme. Tras haberlo meditado y estar plenamente segura sobre lo que quiero hacer, por qué quiero hacerlo, cómo quiero hacerlo y haber cuestionado sobre todas las posibles consecuencias me invade la euforia y me siento terriblemente bien, como si todo fuese a dar un giro de trescientos sesenta grados y las cosas fuesen a mejorar irreparablemente. Pero cuando llega el momento de la verdad el perro negro me muerde y doy un paso atrás, huyendo de mi propia felicidad, dejando de lado todo aquello que me haría feliz, asustada, frágil, inerte. Y me siento muerta. Siento que estoy desperdiciando lo mejor de mi vida y que no puedo hacer nada por repararlo. Hay tanto que debería haber hecho, tanto que podría haber hecho que mi vida ahora fuese fantástica. Y entonces pienso en construir una máquina del tiempo y dar marcha atrás y hacer bien todo lo que no hice en su

Yo no volveré y tú no te irás.

- Eh, cállate. Cállate y no muevas un dedo, simplemente escucha. Escucha porque es mucho lo que te tengo que decir. Estoy cansada de ti, hasta aquí hemos llegado. No soporto más tus burlas, tus juegos, tus insultos. Mírame, estoy destrozada por ti. Ha pasado ya más de un año y medio desde la primera vez que me miraste con esos ojos y yo caí en tu trampa, tan inocente, tan frágil. Poco a poco tu oscuridad ha ido envolviéndome y yo simplemente me dejé seducir... Mira qué resultado tan catastrófico. ¿Cómo es posible que no te duela todo esto que me has hecho? Me has robado todo lo que era, no me queda nada. Solo un vacío frío e infernal, un odio interno que da vuelcos y no para de reírse, una cobardía que me ha impedido hacer tantas y tantas cosas. Me has jodido la vida, me has jodido entera, me has jodido de verdad. No sé si podré recuperarme de tus golpes, me has dejado señales moradas hasta en las venas. Me echo de menos... ¿tú no? Antes podría sonreír, abrir los ojos y mover los labi

Perro negro.

Escribo. Escribo por todos esos secretos que solo tú supiste comprender y yo ni siquiera te conté, porque me sigo acordando de ti y sonrío como una imbécil solo pensando aquellas payasadas que me hacían perder la poca cordura que me quedaba. Escribo por todos esos recuerdos que ya ni siquiera me pertenecen, que se confunden con mis sueños y con mis pesadillas y se difuminan como un dibujo de acuarela que se moja. Escribo con las entrañas, escribo más por mí que por ti, escribo porque no sé gritar. Y digo escribo donde debería decir sangro, " porque escribo igual que sangro, porque sangro todo lo que escribo ". Antes había lágrimas donde ahora bailan letras. Letras que poca gente entiende, que menos gente lee, pero que a mí me están ayudando a mantenerme con vida mientras cierro los ojos. Poca gente entiende, pero todo el mundo opina. Cuando escribo mis demonios se vuelven mis musas y los siento reales, se calman con la evolución del sentido. Cada vez que cojo el lápiz, o en s