Noche número uno.

Noche cualquiera de invierno.
El café caliente entre sus manos se enfría. El cigarro se consume en sus labios. 
Hace frío en la calle, pero hace aún más frío dentro de ella. 
Hace un rato que nadie presta atención a los versos del libro abierto sobre la mesa.
El tiempo pasa lento. Muy lento.
Se sienta a esperar. ¿A esperar el qué? No lo sabe. 
Mira fijamente a la nada esperando una respuesta. ¿Qué respuesta?
Otra vez más, esperando algo inexistente que nunca va a llegar.

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