A base de errores.

El error es la más dulce derrota, además de la única derrota en la que se sale ganando.
Estamos hechos de errores. Todo lo que somos es todo lo que hemos vivido y en lo que nos hemos equivocado. Sin nuestras equivocaciones pasadas, nadie sería lo que es llegados a este punto.
Gracias a los errores hemos aprendido a no volver a cometer los mismos fallos. Hemos sacado claras lecciones sobre qué es lo que realmente queremos y no queremos para nosotros mismos.
Hoy, doy gracias a haberme equivocado. Doy gracias, porque hoy me doy cuenta de lo ciega que estuve un día y sé que no volveré a tropezar. Yo nunca tropiezo dos veces con la misma piedra.
Los errores modifican los pasos de nuestro camino; si tropiezas con una piedra y ves que muchas le siguen, cambiarás la dirección. Por tanto, los errores no dejan a nadie indiferente. Y no deben hacerlo, además. Hay que pararse a analizar cada uno de los errores que cometemos y aprender de ellos. Pero jamás te arrepientas de un error. Es más, alégrate. Porque, si no fuese por ese error que has cometido, hoy no serías tú. Hoy no serías tú que me estás leyendo. Quién sabe que serías... Pero, pongo la mano en el fuego, a que no serías mejor de lo que lo eres hoy. ¿Por qué? Porque de ese error sacaste una lección, que te hizo más sabio. Y ser más sabio, siempre es mejorar como personas. Y, ¿qué ganas arrepintiéndote? ¿Ganas algo martirizándote el resto de tu vida por un error? ¿Vas a lograr volver atrás en el tiempo y hacerlo todo perfecto? No. El pasado ya está pasado, y no hay forma posible de volver a él. 
Por tanto, no te arrepientas por haberte equivocado, alégrate por haber aprendido. 

Comentarios

Entradas populares de este blog