Perdidos.

Nunca estás donde te busco y siempre vienes cuando no te espero, y no puedo evitar esperarte todo el tiempo y ya llevas mucho sin aparecer. Hay un vacío aquí dentro que nada puede llenar.
Dicen que cuando algo se va, se queda un hueco en tu alma que pronto podrás llenar de cosas nuevas que te reconforten y recobren tu energía. Pero este hueco está cogiendo polvo y no puedo evitar sentir una punzada cada vez que alguien intenta soplar.
¿Dónde estabas cuando te busqué con los ojos? Ahí, justo ahí, delante, inmóvil, evitando el contacto directo.
¿Dónde estaba yo cuando me buscaste tú? Huyendo de todo aquello que podía hacerme daño.
Y ahora seguimos dando vueltas en círculos, en un ciclo vicioso que no acaba, que no cesa, que nos marea y nos destruye. No vamos a llegar a ninguna parte.

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