Bajo control.

Suena la BSO de La Guerra de las Galaxias en mis sueños. ¿En mis sueños? Mierda. Las 7:20. Empiezan las prisas. Doy un salto de la cama cuando debería darlo por el balcón, pero esto son cosas aparte. Me miro al espejo por inercia y el asco me invade desde bien temprano. "Parad el mundo, que yo me bajo." Por esa misma inercia me arrastro hasta el fondo del armario, me visto del mismo gris o del mismo negro que mi estado de ánimo, intento arreglar el estropicio de mi cara de malas maneras y ahora me arrastro hasta la cocina. Tres dedos de leche, el resto de café, media de azúcar. Suspiro. Son las ocho antes de que pueda darme cuenta, salgo del portal y aún es de noche. Escucho cómo solloza mi cama y sollozo yo también. En siete minutos estoy en aquella gran cárcel. Caras tristes, almas apagadas, ojos durmiendo, conversaciones vacías, miradas insustanciales. Agobiante. Pasan seis horas, no mejora. Vuelves a casa, tampoco mejora. Vuelta a empezar. ¿Qué tengo que hacer hoy? Física, matemáticas, química, lengua, francés, academia de matemáticas, academia de inglés, ejercicios de las academias, corre, no llego. Dolores de cabeza, sensación de inutilidad, agobio. Me siento vacía. El aire hoy parece pesar más sobre mi cabeza. Cada día un poco más cuesta arriba, cada vez menos energía. ¿De dónde voy a sacar fuerzas para seguir? Ducha, cena, repaso de la jornada, vuelta a empezar.

¿Cuándo es el momento de querer, de pensar, de sentir, de bailar, de reír, de hacer el inútil, de equivocarse?

Comentarios

Entradas populares de este blog