Historias en fragmentos.

Antes de verle ya estaba plenamente segura de que quería llenar su boca de recuerdos, y su mente de besos. Su corazón ya estaba hecho de versos, mis manos tenían miedo de romper una pieza tan frágil. Siempre llevaba colores en las mejillas, y miel en la sonrisa. Como sacado de un cuento. Pero yo no sabía si era la rana o la princesa, si tenía que darle un bocado a la manzana o dormir durante años; yo no sabía cuál era mi guión. Nada de eso importó ante un alma tan plena...
Hicimos nuestro propio intento de cuento, que no sé si acabó en microrrelato o desembocará en novela. En cualquier caso creo que sus ojos son la mayor expresión de la belleza de la literatura, si supierais cuánto he leído ahí...

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