Medias tintas.

Necesito un puente lo bastante alto como para no contarlo si me tiro. No, lo que necesito no es ser yo el puente que atraiga a los suicidas y los arroje al agua desde alturas vertiginosas asegurando su muerte por asfixia bajo las aguas estancadas de algún río seco. Aunque si yo fuese ese puente, puedo asegurar que tendría altura suficiente como para matar a cualquiera que se resbalase, accidentalmente o no. Pero no, no quiero ser yo la que tire almas inocentes al vacío existencial. Quiero que sea yo la que caiga, quiero ser yo a la que tiren, quiero ser yo la que se tire y no mire dónde cae.

Necesito esa clase de amor arriesgado del que sabes que no vas a salir entero, al que te tiras de lleno sabiendo que la piscina está vacía y que el golpe está asegurado, a ese amor sin miedo que sabes que va a fracasar pero que aún así merece la pena.

Necesito ir a por todas, tirarme y tirarme a matar, darlo todo y dejármelo todo. Nunca he sido de medias tintas, de dejar las cosas a medias. No hago muchas cosas en mi vida, no busco nada, simplemente dejo que las cosas sucedan. Pero cuando algo empieza, lo acabo. Sea como sea, por los métodos que sea. Lo que se hace, se hace bien o se hace mal, pero se hace.

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