Poemas del alma.

Un poema 
es un arma 
de dos filos.
Uno suave 
y el otro
como un grito cortante
como un rayo
incisivo.

Recorrer las bibliotecas particulares leyendo los nombres de los poetas, que relucen en dorado. Bukowski, Alberti, Miguel Hernández, Antonio Machado, Rubén Darío, Aleixandre, Bécquer, Baudelaire, Rimbaud, Neruda, Benedetti,... ¿A quién no le suenan estos nombres? ¿Quién no ha recitado de memoria la Canción del Pirata de Espronceda? ¿Quién no ha leído cientos de veces que las oscuras golondrinas volverán a colgar sus nidos en los balcones? 

Ojalá alguna vez nos hubiesen enseñado a ir un poco más allá, a tener un sentido crítico y buscar entre los nombres más desconocidos, los menos sugerentes y empaparnos de sus letras.

En el arte siempre pasan cosas parecidas, siempre hay sobrevalorados y genios muertos del hambre.

¿Alguien se apunta a la contracultura?

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