Cuando te arrancan ese pedacito que te mantenía la ilusión y las ganas de vivir, sientes que mueres, que te desvaneces poco a poco. Aunque sea solo un rato. Y de verdad desearías que todo acabase, desearías ser el foco de destrucción de un ejército completo, y chillas de rabia y tu piel se resquebraja en mil, rompes y rompes todo lo que encuentras hasta oír el "crash" de tu alma rota. Entonces te echas a dormir y esperas a que se regenere, a que se vuelvan a juntar bajo el calor de tu propio calor, porque entonces la soledad se llena del vacío y el vacío de soledad, porque sabes que es tu culpa por aferrarte tanto a algo que tal vez no significase nada para el mundo, y el mundo es siempre el que lleva la voz cantante, porque tú no vales nada y es hora de que lo asumas.

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