El tiempo se nos agota. A veces queremos que corran más deprisa las horas. Otras, sin embargo, queremos que se pare el tiempo en el calor de unos brazos, o que no anochezca tan temprano para no envejecer nunca. Pero el tiempo no depende de nosotros, es una fuerza ajena, una causa externa, el motor que mueve la vida, el asesino de todos, el padre del mundo. Es imposible controlar el tiempo, corre a su antojo. ¿O no?
El tiempo es el motor que muevo el mundo, pero un motor solo se inicia si hay una energía que lo arranque. Cada paso que damos en el suelo, firme y fuerte, es esa energía que mueve el mundo y que hace girar las agujas del reloj.

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