Cada día una nueva razón. Hoy, otro motivo más para entender que somos egoístas. La tristeza necesitamos compartirla, liberar ese peso. Hablar de ella la difumina, desaparece, huye atemorizada. La felicidad no, nos la guardamos para nosotros. Una persona que sólo cuenta su tristeza, es porque la felicidad la disfruta en silencio. No sé si debería cambiarlo, pero si lo estoy escribiendo, quizás es que sí. Pero la felicidad pesa tanto menos, que a veces se me olvida que la llevo encima.

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