De las peores metáforas surgen en mi cabeza las más grandes de las ideas. Escuché, en un contexto completamente diferente a este, una comparación de algo caótico con una sopa de fideos.
Y, al final, me di cuenta de que podemos limitarlo todo a eso. Un montón de fideos en un caldo: sin orden, sin saber qué pasa, de dónde viene esta cuchara o de dónde todo lo demás. Pero cada roce, cada segundo, dónde estés en cada momento, va a limitar todo lo que viene después.
Y no se puede conocer ni controlar, sólo dejarse llevar entre torbellinos.

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