Hay quien sólo quiere ver de ti lo que quieren aprovechar para ellos. Es puro egoísmo. Y qué difícil encontrar a quien quiere de ti todo y no está contigo por lo que le ofreces. Hacer la vida más fácil es sólo algo que ocurre de manera paralela al estar bien con alguien. Y hay quien nunca quiere conocerte, sólo quieres que sean lo que creyeron que podías ser para ellos, para su uso y beneficio: un pañuelo de lágrimas, un alma consejera o un último recurso.

Crecer no es fácil. La gente cambia o simplemente tiene el valor de ser quien siempre fue. Algunos encontramos caminos que nos hacen sentir mejor, personas que nos quieren por cómo somos y con suerte a veces a nosotros mismos. Inevitablemente otras cosas del pasado se pierden, se hacen más livianas, más distantes, más ajenas pero presentes. Crecer hay que crecer. Y no hacerlo es quedarse atrás.

Yo dejé atrás muchas cosas de mí de las que ahora me avergüenzo y me gustaría retroceder y pedir perdón a la gente que traté mal, que no cuidé o que no conocí. Pero mi yo de atrás sabe que a mí no me cuidaron siempre y que si actué como lo hice fue por algo. Dejé atrás la inmadurez de no saber hablar las cosas, de creer que estar ahí es mandar un mensaje cada día en vez de abrir tu alma de vez en cuando, de decir las cosas en bocas de terceros, de no valorar a quién me valoró y también de dar lo que me apetezca dar y no lo que esperan que dé.

Hay quien no lo puede dejar atrás. Serán las costumbres, serán las voces que nos aconsejan o que dejamos que nos aconsejen. Será que queremos cambiar mucho sin dar dos pasos seguidos.

Yo ya no soy quién fui. Doy gracias por ello. Me doy gracias a mí. Tengo mis más y mis muchos menos. Soy un desastre nervioso al que le tiembla el pulso cuando tiene muchas cosas que hacer, soy despistada y no miro el móvil en tres días, pienso las cosas y se me olvida hacerlas. Pero siempre estoy presente. Siempre estoy pensando. Siempre aprendiendo. Siempre hablando. Nunca cometeré con otros el error de no decir lo que siento si noto que será recibido, atendido, escuchado y razonado.

Gracias a mí: ya no tengo 15 años (y todo lo que aquello conllevó). No doy un paso atrás. No me rebajo a ser lo que ya he superado. Sólo doy pasos hacia delante. Quien quiera caminar, que no espere que lo lleven.

Comentarios

Entradas populares de este blog