De pronto me veo arriba, de golpe estoy abajo. Y a golpes será como aprenda que ante mis miedos estoy sola y que sólo yo puedo cumplir las promesas que me hago. Me cubro de certezas que no tengo claras para tener una base sobre la que apoyar el pesar de no saber quién soy y que nadie lo entienda y me ayude a conseguirlo. Sólo encuentro la falsa aprobación del romanticismo de lo débil pero nunca una piedra angular que soporte este puente. Sólo quiero cruzar este río, en la otra orilla el agua está calma, más clara, más azul. Yo me quedo en los remolinos acurrucada entre dos piedras cansada de pedir ayuda a los transeúntes que me arrojan su limosna y se van, sin más, o se quedan mirando desde la distancia diciendo "tú puedes". Si pudiese no te pediría ayuda. Una vez negada bajo la comodidad del "no hay nada que no puedas hacer sola" el camino es todo una pendiente llena de trampas: ahora que sé que me miras tengo que hacerte creer que tu esperanza puesta en mí tiene un sentido, tengo que hacerlo, tengo que llegar arriba. Pero tu esperanza era una mentira, un velo con el que cubrir tu verdad: "no me importa dónde llegues". Y yo me lo creí, y luché más por ti que por mí, y me olvidé de que quería llegar arriba para ver las vistas y respirar. Comencé a subir sólo porque tú estabas abajo, no podía permitir que me vieses caer. Debería haber sabido que que estuvieses abajo no significaba que estuvieses mirando. Han sido tantas las veces que me despreocupé de mí cuando me preocupaba por mí. Nunca cumplí lo que me prometí porque me fui poniendo trabas en el camino. Siempre miro hacia lo más lejano, hasta donde quiero ir y me imagino que ya estoy allí y la calma viene. Me miento como me mintieron, no sé distinguir la realidad de mi mente de la realidad del mundo, las palabras se oponen. A veces sólo quiero correr y no sé qué dirección seguir. La parálisis me viene al alma y me inunda el cuerpo, me siento perdida, me siento débil, indefensa y con ganas de rogar por un abrazo. Intento recordar que la dignidad también es un estado de ánimo y me lo invento. Y al final todo es lo mismo, un sueño del que no quiero despertar. Me tumbo en la cama con la persiana bajada y me dejo llevar a una realidad donde estoy cómoda y orgullosa de quien soy con una lejana voz que resuena y me dice que dentro de un rato tendré que volver a mirarme en el espejo del armario y en de mi cabeza, donde todo lo que se refleja se corrompe y salta en mil esquirlas que no sé cómo esquivar. Todo parece desmesuradamente horrible y no quiero creer que esa sea la verdad porque en los sueños que tenemos despiertos siempre somos el héroe, así que culpo a mi mala cabeza y a las malas palabras que yo y otros me dijeron, me digo que es la falta de fe, la falta de autoestima, que eso no es real. Nunca me digo que mi felicidad impuesta tampoco lo es. ¿Has notado alguna vez tu corazón romperse por demasiada realidad? Yo ya no puedo contar las veces ni juntar los trozos. Es diario. Veo los diarios y tengo al fin una certeza: este mundo no me gusta, me abruma, me agota, me agobia. La vida es un regalo que nadie te preguntó si querías. Pero sólo es un regalo si tienes con quien desenvolverlo, abrirlo, agitarlo para adivinar qué tiene, emocionarte, reír, jugar con él, dar las gracias y aprovechárlo hasta que se acabe. Si no, es un castigo. Y sólo nos dicen que debemos querernos para que nos quieran y para querer, y que para querernos tenemos que superar nuestros miedos y cumplir nuestras metas primero y tenemos que hacerlo solos (es muy importante no pedir ayuda) pero yo sólo quiero llorar ante un rostro conocido y decirle que me estoy ahogando en una lágrima, atreverme de nuevo a poner toda mi tristeza en unas manos ajenas para que la soplen como si fuese polvo y recobrar la energía para al menos intentar volver a tener ganas de mirar la cuesta con ganas de subirla. Pero ya no me atrevo, ya nunca lo hago. Me he encerrado en un armario, he echado la llave y la he roto en pedazos. No volveré a salir. No encuentro la conversación con nadie que no sea mi yo interior. Y me arrepiento mil veces por segundo. Me hicieron daño muchas veces en pequeñas dosis, nunca dije qué me dolía y sólo sonreí, hasta que no podía romperme más. Toda persona con la que haya tenido un mínimo contacto alguna vez me hirió por mi propia culpa, porque me acostumbré a ser el mártir de todos, la piedra angular de todos los puentes menos el mío, a callar, a tragar, a aguantar hasta ser el bicho débil que soy ahora, al que todos hieren sin querer porque es demasiado fácil de pisar, e incluso un pequeño soplido derrumba. Quiero pedir ayudar para salir de aquí. Para recobrar la fe más allá del "todo está bien", de ese rollo que me cuento a mí misma e incluso a veces escribo sólo para maquillar la cara oscura de este monstruo en el que me he convertido. Un monstruo indefenso que sólo quiere autodestruirse. Un alma en pena que vaga por los corazones de quien no la necesita y suplica que le acaricien el pelo hasta dormirse. Un desastre. Siempre cojeo, siempre flojeo. Me siento más sola que nunca cuando miro atrás y pienso en la gente a la que eché de mi lado y que ahora estoy haciendo lo mismo con la gente que ha llegado a mí por una casualidad o por otra. ¿Alguna vez has sentido que no sabes sobre qué se asienta tu mundo y que aún así se desvanece? Yo creía que era el reinventarme. Ahora sé que nunca inventé nada a derechas. Me hago a un lado y dejo que el mundo siga su curso, yo me aparto para no ser vista pero esperando siempre que alguien me rescate de la cuneta. Y siempre digo alguien con alguien en mente. Y es lo que más duele. Esperar de ti, esperar de alguien y al final ninguna de las dos. A veces sólo quiero que toda esta farsa acabe, salir del agujero, escapar de estas cuatro paredes y sentarme a la orilla del mar a respirar de verdad, a hablar de verdad con el alma, a convertir mis oídos en esponjas y poner mis palabras en mente ajena sin hacer daño, vivir de verdad, querer, dejar que me quieran, sonreír porque quiero y no porque es un acto reflejo, huir de los vaivenes de mis esperas y saltar al agua sin miedos. Es mucho pedir.

Comentarios

  1. Como cambiar algo que no soy con una metamorfosis, la ilusión y la realidad, mi realidad? esto que siento al leerte. La dignidad la pierdo cada que comparto mis palabras, porque no me ven, es de todos la culpa, incluso mia, que yo tenga tanto miedo.

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