Nunca pensé necesitar realmente tanto a otro ser humano. Nunca supe hasta este punto lo que dolía una dependencia emocional.
Ahora me quedo igual de sola que al principio por no haberme dado cuenta de que todo es efímero. Igual de sola pero más triste y desacostumbrada.
Dejé caer el peso de mis desconsuelos sobre otros hombros a los que no les pesaban, y los creí tan fuertes como para sobrellevarme siempre sin esfuerzo.
Era mentira.
También creí al fin no tener que preocuparme nunca más por no encajar, porque había al menos alguien con quien lo hacía completamente y eso significa que algo en mí estaba bien.
Era mentira.
En la época del Internet como estilo de vida es difícil separar la realidad de la ficción.
Tras una pantalla todo parece tan fácil para algunos y tan cuesta arriba para otros.
Quizás no tendría que enfrentarme a este monstruo si hubiese nacido unas décadas antes, pero esta es otra más de las excusas que me doy para explicar mis ausencias.

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