Y hoy vuelvo aquí. Así, sin avisar, de imprevisto.
De la misma forma que han vuelto a mí los dolores en la espalda, los nervios en la garganta, la ansiedad y las ganas de dejar de llorar.
Cada vez entiendo menos el mundo.
Dos cosas buenas entre ciento treinta mil tremendamente horribles.
Cómo sentimos nuestras carencias y como todo carece de sentido.
Espero al menos recuperar lo que yo misma fui y vivir en paz conmigo, es lo único a lo que puedo aspirar... Aunque viendo mi estado en estos instantes sé que me queda un largo camino por recorrer.
No lograremos querernos y estar en paz si vivimos intentando alcanzar un propósito que nos han impuesto desde fuera.
¿En qué momento dejamos de ser personas para ser un número, una nota, un peso, una talla, un código de barras? La realidad supera a la ficción.
Acumulo grandes cosas pero no sé sacarlas afuera, espero poder librarme de tanto peso para lograrlo.

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