La soledad es la única que nunca te abandona.
Me sorprendí de nuevo llorando largas horas enteras sin tener a quién contárselo. Las historias siempre se repiten.
Cuando cada milímetro del cuerpo te duele como si te clavasen doscientas agujas, sabes que necesitas una vía de escape o acabarás explotando. Y resulta que en los momentos más difíciles siempre estallas, porque nadie te deja desinflarte poco a poco.
El corazón puede romperse y regenerarse para volverse a romper en cuestión de segundos, basta un poco de inocencia.
Lo bueno es que he aprendido a convivir sola con mi compañía y a veces hasta nos entendemos bien, me permito llorar porque me relaja y no me siento tan culpable. Tal vez estos sean los momentos más duros, difíciles y tensos de mi vida, y los vivo sola. Lo bueno es que siempre recordaré quién estuvo ahí, y seguiré conmigo.

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