Tal vez en un futuro (no demasiado lejano) los dramatismos corrientes se pinten la capa invisible y se hagan más llamativos. En este hipotético pero factible mundo futuro, tal vez los nombres sólo pertenezcan a los que puedan pagárselos y el resto quedemos reducidos a unos cuantos números sellados a fuego en la frente, de tal forma que los nombre más comunes a día de hoy serían los más caros y tal vez llamarse Fulgencio a penas cueste unos euros.
No sé si es que deliro o realmente la propiedad privada se nos está yendo de las manos.

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