El sueño no acabó hasta que cerró los ojos. Y aunque parezca mentira la pesadilla empezó al volverlos a abrir. Dormir era como morir un rato demasiado corto. Nunca supo que ocurría en aquellos intervalos de nunca más de tres horas. Podría haber caído un meteorito sobre la tierra o haberse transportado a otro planeta durante 15 minutos, nunca sentía nada después. Sus verdaderos sueños sólo existían con los ojos bien abiertos.

Comentarios

Entradas populares de este blog