Nunca aprendes.

No podrías perdonarme aunque te lo pidiese de rodillas. No podrías perdonarme de la misma manera que nunca podrías perdonarte a ti mismo. Sabes que aún no estás en paz contigo mismo, sabes que aún no has alcanzado esa estabilidad, pero cierras fuerte los ojos y gritas para alejarte de lo que te rodea. ¿Olvidas que yo sabía que te pasaba algo incluso antes de verte? Tus ojos dicen tantas cosas. Tantas cosas que tú nunca te atreverías a decir. Y ya ni siquiera los miro, porque es como abrir la puerta de una nave espacial y tirarse a un vacío de cuatrocientos kilómetros. Ni siquiera voy a desear que te vaya bien. Intenté acompañarte, intenté estar a tu lado y sacarte de ahí. Pero tus uñas siguen cavando un pozo que te arrastre al infierno.

Comentarios

Entradas populares de este blog