Mi nombre es Margulis.

Primer Capítulo.


    Cuando los gritos empezaron a retumbar en mi cabeza el sol apenas empezaba a despertarse. Aquel recurrente sueño me atormentaba cada noche desde hacía algunas semanas. Intenté volver a dormir, pero no obtuve buenos resultados. Una vez más, había sido derrotada por mi propia mente. Frustrada me levanté de la cama, encontrándome de frente con el frío cruel de la habitación oscura. Recorrí a tientas los pasillos del piso de sesenta metros cuadrados en pleno centro de Barcelona y llegué hasta la cocina. Encendí la tele y me volví a encontrar de frente con el frío cruel del mundo oscuro: masacres en Siria, peleas de parvulario en el Parlamento, miradas vacías, gente sin alma. Encendí un cigarro mientras calentaba el café. No sé cuánto tiempo pasé con la mente en blanco, en aquella fría cocina gris, sólo sé que cuando el reloj dio las ocho volví a la realidad. Las clases empezaban en una hora. Me metí en la ducha, no quedaba agua caliente. Me resigné ante tanto drama y rompí a reír, con una de esas risas que escucho en mis sueños cada noche. Tuve miedo de mí misma.

    Llegué diez minutos tarde a clase de fisiología. Era mi segundo año de medicina en Barcelona. Aún me costaba entender algunas cosas del español, y más aún del catalán. Yo nací en 1995 en la fría ciudad de Múnich, pero vine a estudiar a Barcelona ya que mi madre es natural de aquí. Creo que ha sido una de las mejores decisiones que he podido tomar nunca, los rayos de sol están iluminando mi tez pálida y ya casi nunca tengo ojeras, aunque estas últimas semanas han sido un poco más irritantes y me empiezan a recordar a mis épocas oscuras en Alemania.

    En clase es siempre la misma historia. No logro entender por qué empecé esta carrera. No sé si por la presión familiar, por la presión social o por no querer seguir siendo un estorbo en el mundo. Siempre he necesitado sentirme útil, de alguna forma. Pero hace un par de meses me dieron lo que yo creía que era una gran oportunidad. Mi profesora de Psicología Médica me llamó sobre las diez de la noche un viernes, y me explicó que había llegado una propuesta del Hospital Psiquiátrico de Barcelona para hacer unas prácticas allí. Me dijo que pensó directamente en mí, ya que quería especializarme en psiquiatría, y que era una oportunidad que además me subiría bastante la nota. Sonó tan bien, que acepté entusiasmada.

    Ojalá alguien me hubiese avisado antes de lo que había en aquel lugar. Este tipo de hospitales son una constante en las películas, en el cine de terror. Siempre se habla sobre los manicomios como lugares oscuros y espeluznantes. Creí que todo aquello no eran más que habladurías, que las enfermedades mentales y las físicas no tenían ninguna diferencia. Ahora sé que no puedes entrar allí y salir de una pieza.

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