Tormenta.

He vivido tanto tiempo hundiéndome en el fango, luchando por salir y a cada patada hundirme más, como en unas arenas movedizas. Ha sido mucho tiempo sin sentir ni un solo rayo de sol en la cara, solo los reflejos de la luz de la bombilla tenue del pasillo que daban en un cristal. Nunca tuve la esperanza de ver el arcoíris porque pensé que la tormenta sería eterna. Y aún no sé cómo acabará esta historia, porque estoy viviendo a etapas que no sé si son verdades o mentiras. Hay días que veo los nubarrones gris oscuro en el cielo de mi cuarto y sé que son reales, sé que están ahí. Pero hay días que me despierto y creo ver el sol, pero no sé si es que mis demonios me está dando una tregua o de verdad se acabó la pesadilla. No, ya no lo sé... Acabo confundida cada noche y cada vez duele más pensar (y no hablemos de lo que duele sentir). Ando desorientada buscando un camino pero no sé ni en qué dirección buscar. La niebla me impide ver con nitidez y ya no sé cómo apartarla. Tal vez necesite ayuda, pero tampoco sé a quién pedirla. Tal vez no sepa pedirla. ¿Quién me va a ayudar, entonces?

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