Pero, a veces... está más solo.

Uno siempre está solo, pero a veces... está más solo.

¿Sabes? Yo no lo sé. No sé por qué me aterra tanto todo esto. Creí haberlo asumido, pero hay veces que renace y vuelve a doler. Por un motivo, por otro... Empiezo a pensar que estoy avocada al fracaso aunque corra lejos de aquí. Nadie sabe nada de todo esto, pero tampoco me atrevo a hablar. Me tartamudea la voz, me tambalean las piernas y solo soy capaz de esbozar una sonrisa y seguir fingiendo. Soy buena en fingir, o eso me está diciendo el tiempo, porque nunca nadie se ha dado cuenta del terror en mis ojos o del miedo en mis labios. Supongo que será la inercia de la que tanto se habla, esa que se generó en el big bang que formó este caos y que hace que todo siga sin esfuerzo. Ojalá pudiera olvidarme de esa inercia y no seguir.

La mirada dice mucho de una persona y cuando alguien la mira puede saber qué esconde. Hay miradas que esconden más que otras, y hay algunas que saben esconderlo mejor. Él miró sus ojos y vio el odio interno que se mostraba, y entonces preguntó para poder ayudar, para poder convertir ese odio en el amor más fuerte. Pero odiar también es una forma de querer. A mí nunca nadie me preguntó. Y tal vez por eso no hablé. Sí que me han dicho que tengo estrellas en la mirada, y yo escribo aquí que algún día esas estrellas estallarán y yo lo haré con ellas, porque de tanto llenarlas la presión empieza a ser de vértigo. Esta es la única manera en la que mis demonios podrán crecer hacia fuera, a través de mis ojos. Mis cuerdas vocales se niegan a dejarlos salir. '¿De qué serviría?' me preguntan. Y creo que tienen razón, no serviría de nada, mejor dejarlos encerrados en algún hueco de mis pulmones. El problema es que están acabando conmigo desde dentro. Pero compartirlos sería tan egoísta...

No creo (ni quiero) que nadie merezca tragarse esto que yo escondo. Este caos es mí problema. La soledad me amarga pero mejor que solo me amargue a mí. No quiero confíar en la gente, no quiero preocupar. Tal vez nunca nadie me conozca si sigo encerrándome, pero de todas formas nadie conoce a nadie. Me aferro al vacío. ¿Qué me queda? No pienso hablar si no se me pregunta, pero no quiero que se me pregunte. Ya no sé si quiero ayuda, pero creo que no, porque si la quisiera me atrevería a hablar. Últimamente solo me atrevo a escribir y porque sé que nadie querrá leerme. Hay tanto oscuro en mis ojos, en mi alma, en mis textos. Acabará por inundarme pero, ya sabes, uno siempre está solo...

Comentarios

Entradas populares de este blog