No podemos huir de nosotros mismos.

Miré en lo profundo de sus ojos y el miedo invadió cada poro de mi piel. Di unos pasos hacia atrás con la cara impregnada en miedo y sudor. Me giré dejando a mis espaldas aquel espanto y rompí a correr y a llorar al mismo tiempo. No quería volver a verlo. Por fuera parecía simple y sencillo, pero por dentro era un pozo oscuro lleno de dudas y de heridas que no se podían curar. Miré hacia atrás para ver si me había alejado lo suficiente y entonces vi esos ojos ahí de nuevo, pegados a mi nuca, tan cerca como en el primer momento. Empecé a correr más fuerte pero no, no hubo manera, dondequiera que fuese allí estaba. Siempre me atormenta, siempre me hace temblar. No quiero volver a ver sus tinieblas, y estoy dispuesta a disparar en su sien si es necesario.

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