Vivir.

No podemos controlarlo todo. Hay cosas que, sencillamente, se nos escapan de la mano. No podemos aferrarnos a las hojas que mueve el viento, porque se volverán a ir. Es mejor dejar que el viento sople, que las cosas bailen, que vayan, que vengan. Resulta irritante y enfermizo intentar controlar todo lo que nos rodea y acaba por volvernos locos. Vivimos en un mundo tan complejo que vivir intentando controlarlo no es vivir, porque te olvidas de hacerlo. Vivir es asumir que no las cosas no dependen de ti hasta cierto punto. Disfrutar las que vienen, extrañar las que se van.

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