Felicidad imberbe.

Y me aferré a todo atisbo de felicidad. Me agarré con uñas y dientes a aquellas efímeras sonrisas, a aquellas falsas ilusiones, y como eran poco consistentes resbalé y me dí contra el suelo. Estaba en la cima del Everest de la felicidad y caí de golpe, empicada, a velocidad de vértigo. Y dolió, aunque mi felicidad no fuese más que un maldito sueño.
Puedo decir que aún no sé qué es sentirse plena y plenamente feliz y que hay algo que me dice que nunca llegaré a saberlo porque la felicidad plena no existe. Nos pasamos la vida anhelando esa felicidad, ese bienestar máximo que nos prometieron un día. Y no existe. Perdemos el tiempo en esa causa perdida.
Ese es el error fundamental del ser humano. Vivimos para ser felices y nadie ha podido demostrarnos que la felicidad exista. Dejamos de vivir, para centrarnos en buscar ese arquetipo que nunca llega. Y así nos olvidamos de disfrutar cada momento y, cuando llega el final, ni hemos encontrado la felicidad ni hemos vivido. Y entonces, nos jodemos, y ya, ¿o no? ¿No tenemos más alternativas que vivir añorando y deseando algo que no llega?
Propongo que nos olvidemos de cualquier meta final. La vida no tiene metas. La vida no es un camino de obstáculos. La vida es el paseo marítimo en una noche de verano.
Dejemos de buscar en futuro y vivamos en presente. ¡Qué le den al que dijo que el fin del ser humano era encontrar la felicidad! ¡Que te den Aristóteles!
Yo voy a encontrar la felicidad, que no existe, donde tú no la buscaste, porque no sabías ni qué buscabas.

Comentarios

  1. Es hermoso, sinceramente lo voy a compartir con mis amigos porque tenes un gran talento para esto!, y tenes mucha razón en lo que acabas de escribir. Me gusto mucho. Seguí así, te felicito...

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  2. Querida, leerte me da felicidad, de saber que existe una mente tan perfectamente rara como la tuya. :)

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