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Me abandoné. Me aparté a mí misma en una esquina del mármol frío del suelo, como esa camiseta sudada que te quitas y la tiras sin fijarte dónde cae. Me cansé y quise huir, pero no pude. No pude huir porque mis demonios me perseguían a cada paso, porque ellos vivían dentro de mi. Porque mis demonios viven en mí, porque mis demonios soy yo. No puedo huir de mi misma, no puedo escapar de mi mente. No, no soy capaz. ¿Sabes? Es como estar cayendo en un pozo que no tiene fondo, y mientras caes piensas en que no podrás volver a subir, pero no puedes parar de bajar. Todo lo que sube baja, pero todo lo que baja no vuelve subir. Me estoy volviendo loca lentamente y esto es todo lo que puedo hacer. Escribirlo en un ordenador sucio y a medio romper, en un lugar donde nadie lo leerá y aún así todos fingirán querer salvarme. (Y sé que en realidad nadie leerá esta mierda, pero si lo lees hasta el final pon "azul" en un comentario.)Le estoy pidiendo ayuda al aire, sabiendo que la respuesta será el viento riendo a mi costa. Tal vez por eso pida ayuda, porque sé que no recibiré nada a cambio. Tal vez no quiera que nadie me ayude, solo quedarme aquí a ver cómo pasa el tiempo. Sin más. Hay vidas que tienen sus más y sus menos, pero la mía ya no tiene nada. Vivo una montaña rusa llena de subidas y bajadas, pero que no suben ni bajan. Ya no descargo adrenalina al bajar ni ansío volver a subir. La monotonía de la vesania se está haciendo hueco en cada mililitro de mi sangre fría. Nadie podría entender esto jamás, no lo hago ni yo. No me entiendo, no me quiero, no me interesa ni pensarme. Ando perdida entre confusión y brumas. Antes, no sabía que camino escoger. Ahora, no hay ningún camino. He perdido cualquier sendero, cualquier rastro de vida y cualquier oportunidad de hallar una salida. ¿Qué soy? Ya no me queda nada, ni nadie. Reflejo aquí el asco diario y aún hay quien cree que solo soy una niña aburrida. Me esfuerzo cada mañana por salir al mundo real y no querer morir en el intento. Es un esfuerzo constante, a cada segundo. Y aún así nadie lo valora. Nadie parece darse cuenta de que me estoy hundiendo y luchando por subir de esta miseria a la vez. Todo porque no puedo cumplir sus expectativas demasiado altas. Todo por no ser lo que esperaban de mí. Yo misma me tragué sus pretextos y patrones de lo que debía o no debía ser. Sus ideas sobre mí fueron mi perdición. Ojalá nunca los hubiese escuchado. Pero, ¿qué otra cosa podía hacer? Sentir que me aceptaban, que incluso se enorgullecían de mí, era lo único que me llenaba, de lo poco que me hacía sentir viva. Ahora, ¿qué me queda? Cuatro palabras tristes, tres lágrimas, dos gotas de sangre y una mierda. Esto ya nadie lo compensa. Tal vez no sea yo la loca, tal vez lo sean ellos. Yo no quise venir, pero creedme, decidiré cuándo me voy. Y estoy deseando que eso sea pronto. Yo no nací loca, yo no me volví loca. Ellos me están volviendo loca, ellos me están matando, ellos alimentan mis demonios. Maldito ser humano, no sirves para absolutamente nada bueno. En cuanto alguien tiene un mínimo de conciencia se la aniquilan. ¿Creen ustedes saberlo todo? ¡Yo lo sé todo sin saber una puta mierda! Estáis como cabras, como cencerros, llamaos como queráis, no importa la etiqueta que elijáis. Seguiréis dando asco. ¿Creéis que sois quién para juzgar lo que es normal y lo que no? ¿Creéis que tenéis la capacidad para tachar a alguien de loco o cuerdo? Estoy cansada de vuestra ausencia de dudas, de vuestra seguridad insegura y de que creáis saberlo todo sin saber ni el por qué de lo más esencial. El ser humano no vale para absolutamente nada. No somos más que polvo y ceniza. ¿De dónde nos viene esta absurda condición de creer conocerlo todo? Es ridículo. Quizá la ambivalencia sea la respuesta, y no ese absurdo aferramiento a lo que creemos real. A fin de cuentas, yo ya me cansé. Sigan ustedes con su farsa, no quiero vivir más en vuestra pesadilla. Prefiero mis demonios, son incluso más reales. No puedo evitar este asco interno, hacia ustedes, hacia mí. Hacia la vida.