última oportunidad.

El tiempo. El tiempo pasa muy rápido. Pasa demasiado deprisa. Corre, vuela. Y yo, yo estoy aquí sentada, parada, mirándolo pasar sin mover un dedo. Vivo sobreviviendo y eso no es vivir. Solo vive quien disfruta de la vida y ese no es mi caso. Pensé tantas veces en desistir. En hacer una raja vertical en mi antebrazo, en un tiro en la sien, en una accidental caída desde un noveno. Pero creo que existen otras opciones. Otras vidas, otras oportunidades.
Tal vez me haya perdido en esta rutina, me esté ahogando en un pozo en el que yo misma decidí entrar, pero eso no significa que no pueda salir del laberinto del día a día o que alguien tire una escalera al pozo y pueda salir de él.
Quiero darle un giro a mi vida para comprobar si aún puedo ser feliz. Pero solo hay una manera, solo me queda una forma de hacer que mi vida cobre sentido; cambiarla por otra. Por eso planeo mi huida. ¿Cuándo? ¿Hacia dónde? ¿Con quién? No lo sé. Pero necesito escapar. No es un capricho, es una necesidad. Me he cansado de intentar arreglar un mundo que no tiene arreglo. Será mejor vivir por mí, para mí y conmigo, sin importarme el resto. Este sistema apesta y estoy cansada de formar parte de él. Me encuentro bien, quiero vivir, quiero sentirme viva. No quiero ser lo que esperan de mí. Me da igual no ser un médico de éxito o una importante abogada; quiero ser feliz siendo yo. Y yo soy yo sin importar el contexto, por eso, ¿qué más da dónde? No quiero quedarme anclada en un lugar. Y ya es mucho tiempo ahogándome aquí. Tal vez mi lugar no esté en ningún lugar y esa sea la vida que me corresponde. Correr, sentir, luchar, vivir, respirar, amar. No sé si cuento con el apoyo de alguien, no sé si se podrá pensar que estoy loca. Pero ese no es mi objetivo. Ahora solo tengo uno en mente. ¿Quién sabe qué podrá ser de mí si vivo viviendo? Hay tanto que quiero descubrir del mundo.
No, no puedo seguir mirando como pasa el tiempo y yo no lo aprovecho. No puedo seguir viviendo una vida que no es la mía. No puedo dejar tantas preguntas por resolver. No puedo dejar que la rutina me ahogue. No puedo apagarme lentamente de esta forma.
Coger un bus cargada con dos maletas de ilusión y de esperanza. Dejar al azar el lugar de llegada. Vivir de pasada. Leer, cantar, escribir, reír, conocer gente, dormir, amar, odiar, luchar, compartir, sentir; vivir. Fin de un contrato basura que a penas me diese para subsistir. Cambio de aires. Otra vez ese bus, otra vez las dos maletas, pero esta vez más cargadas; ahora llevan el peso de los buenos recuerdos. Nuevo sitio, nuevos aires, nuevas gentes. Vuelta a empezar… Y vivir así, sin más que yo misma y mi compostura. Y tal vez alguien algún día decida acompañarme y yo le deje ocupar el sitio de al lado en ese bus, que nos lleve de aquí allí sin rumbo, pero con una meta.
¿Quién es la gente para decidir cómo vivo? Esa opción solo me pertenece a mí. Y hoy planeo cómo empezar a hacerlo. 
En pocas palabras… IROS TODOS A TOMAR POR CULO.

Comentarios

Entradas populares de este blog