Olvido, rechazo.

¿Por qué nos cuesta tanto decir que no? ¿Negarnos a lo que sabemos que no nos conviene? A veces nos sobra orgullo, otras nos falta amor propio. 

Las cosas se acaban, ¿sabes? Todo tiene un final. ¿Por qué nos empeñamos en alargar las despedidas? Tal vez esto no acabe, no tenga final, no haya una despedida. Porque, tal vez, nunca existió. ¿Quién me dice a mí que no me mentiste en cada susurro?

Tenía mucho pensado en decirte. Tengo muchas palabras atravesadas en la garganta. Pero acabo de recordar que ya solo me escribo para mí. Y yo nunca me olvido, yo nunca me rechazo, yo siempre estaré conmigo. Y tú no. Llámame orgullosa pero, ¿quién sale perdiendo?

Comentarios

Entradas populares de este blog