90 kilogramos de dignidad.

Mira sus curvas en el espejo y es capaz de estar satisfecha con lo que ve. "Gorda", "ballena", "morsa", "obesa" o "vaca" no son palabras que hagan flaquear su seguridad en sí misma. Dejó a un lado esas revistas de modelos con anorexia como patrón de belleza y empezó a quererse. La gente notó su cambio de ánimo y también empezó a quererla más. "Si tú te respetas, la gente hará lo mismo" solía decir. Empezó a vivir el día en el que dejó de odiarse, el día en que se liberó de sus cadenas y empezó a moverse. No tiene que seguir un patrón, un modelo, no tiene por qué ser nada que no sea ella. Y esa es la verdadera libertad, el verdadero espíritu revolucionario.
La gente así es el ejemplo que habríamos de seguir. No preocuparse por ser una imagen, preocuparse por ser personas. Dar buenos abrazos, y no buenas apariencias. Las apariencias decaen con el tiempo, pero la firmeza de una personalidad fuerte perdura. Y esas son las personas que merecen la pena. ¿O me vas a decir que merece la pena vivir en una corriente de desesperación?

Comentarios

  1. No sé si te voy a molestar escibiéndote esto. Realmente me ha gustado mucho, y me ha llegado bastante. Dices mucho en muy poco y creo que llevas la razón, sigue escribiendo, vale la pena que sigas.

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