Con autoridad no se educa, se adiestra.

Todo en el mundo tiene un origen, un cómo y un por qué. No creo en las casualidades, la mayor parte del tiempo. Y el fracaso entre la gente, la tristeza de los autobuses, el agobio en las colas de las oficinas de empleo, no son una casualidad. ¿Quién alimentó está sensación de angustia en el pueblo? ¿Quién pudo reforzar las cadenas que nos atan al sufrimiento? ¿Quién limita nuestros conocimientos y no nos deja avanzar? Quién, quién podría. Algo que no cabe en la cabeza de mucha gente. Nadie podría hacer algo así... ¿nadie? ¿Se os olvida qué sistema nos controla?
En el momento en el que aprendemos a sostenernos de pie sin que mamá tenga que ir detrás, nos adjudican un centro en el que nos prepararán para el día en el que seamos adultos. Treinta diminutos seres de apenas año y medio que chillan y gritan en una sala en la que una mujer nos controla, nos limita, nos dice cuándo dormir y cuándo jugar... Claro, es normal. Unos niños tan pequeños no pueden vivir por sí solos, las crías de la especie humana son las que más tardan en aprender a valerse por sí mismas. Mamá no estará siempre ahí y necesitamos aprender a vivir sin ella. Los dos años de guardería están llenos de diversión para esas inocentes criaturas que no saben lo que pasa a su alrededor. Después, ese grupo de niños chillones son trasladados a otro centro, en el que hay alrededor de quinientos críos más. Al principio, son los pequeños, y continúan su ritmo; juegan, juegan y juegan, la profesora les enseña cosas sencillas como pintar, los animales o los números. Son las cosas básicas que un niño ha de aprender. Y también se les enseña a comportarse. A todos por igual. Sin distinción. Para crear un futuro de gente igual, que aprenda a no oponerse. Algo empieza a fallar. Después de estos dulces años llegan a primaria. Los niños ya escriben y leen casi con soltura, son cosas que es momento de reforzar para empezar a aprender cosas muy útiles para sus continuados años de estudios. Y así pasan los años, pasa la primaria, y la secundaria, y el bachillerato, y la universidad... Ya son todos unos adultos que han pasado todo lo que conocen de su vida entre libros que les decían cómo y qué pensar, con profesores que les daban todo masticado, para que ellos solo tuvieran que aprenderse unas cuantas páginas de memoria y escribirlas en un trozo de papel cual papagayos, donde se les asigna una nota que les dice si son más o menos inteligentes, en escala de uno a diez. Yo he visto a mucho inculto incompetente sacar la máxima nota.
El sistema educativo presenta fallos. Fallos que no se corrigen, porque no conviene corregirlos. ¿A quién no conviene? A los de siempre. No nos enseñan cosas útiles para nuestro día a día, ni cosas que nos servirán para el oficio que desempeñemos. Desde el principio de nuestra educación, se nos enseña que el profesor o profesora es una figura a respetar, que nos impone e incluso nos asusta, y acabamos acatando todo lo que él o ella dice sin ni siquiera rechistar. Así no se educa, así se adiestra. Adiestran a un rebaño en el que todo el mundo es igual, todos con las mismas formas de pensar y sin más aspiraciones que las justas, las que no molestan. Nos adiestran y nos dicen que nos están educando. Y ni siquiera deberían educarnos. No quiero que nadie me eduque de esta manera. Quiero que me enseñen, que me enseñen a ser capaz de educarme yo a mí misma. No necesito que nadie me diga cómo pensar, ni cómo debo administrarme. Dejad que lo descubra por mí misma. La única forma de aprender es equivocarse, aprender porque te inyecten un puñado de ideas no es aprender. 
En los libros de historia, no dan datos sobre lo sucedido durante la época de Stalin. No hablan de cómo se redujo el nivel de analfatebismo, ni cómo los hijos de campesinos podían ser ingenieros o médicos, solo nos cuentan que fue un tirano que mató a veinte millones de personas. ¿Por qué? No les interesa que la gente sepa que hubo alguien que redujo sus posibilidades y expropió sus privilegios. Las clases de ciudadanía, de ética, no son más que excusas para dar a adolescentes que aún se están formando la manera en la que tienen que pensar, que administrarse, cómo serán felices. Y no es más que una mentira. Nos dan la opinión ya formada, antes de que algún listo decida tener ideales diferentes a los que ellos administran. Pero siempre hay alguna oveja negra en el rebaño de blancas...
El sistema de adiestramiento del rebaño social hace que los jóvenes estudiantes se sientan fracasados por suspender exámenes y no pasar de curso. Les hacen sentir que su esfuerzo no sirve, que es vano e inútil, que no lo intenten, que desistan... Nos agobian. Lo tienen todo planeado para que nuestro horario esté cargado de clases por las mañanas y deberes por la tarde, para que las mentes en desarrollo no tengan tiempo libre para pensar. Así, nos mantienen callados, sumisos y sin esperanza. Sin ganas de luchar. Pensando que nuestro esfuerzo es inútil, que no vale la pena intentarlo. Da igual. Fracasaremos, porque ellos quieren que así sea. Pero la victoria es posible, o lo sería con otro pensamiento... Este sistema nos trata a todos por igual cuando evidentemente no lo somos. Todo el mundo no tiene las mismas posibilidades, ni capacidades. "Si juzgas a un pez por su capacidad para trepar un árbol, pasará toda su vida pensando que es un idiota." Y es que esa es su meta, que no tengamos seguridad en nosotros mismos.  Dijo Marx: "De cada cual según su capacidad, a cada cual según su necesidad". Y en definitiva, todos somos diferentes y no pueden adiestrarnos para que seamos todos iguales. La variedad es la clave. Una sociedad bien formada sería la que tuviese gente con total diferencia en cuanto a formas de ver su vida, y la base de esa idea está en la educación. Basta de adiestrar. Libertad para formarse.