Artistas en cada esquina.

Fue artista por pensarte, poeta por quererte, mártir por no tenerte. La vida no seguía, solo pasaba el tiempo. Llovía y las aceras estaban secas. Un nudo en la garganta y mil ganas de llorar. Cero lágrimas. Caminaba lento por las calles abarrotadas de gente. Sola. La gente a su alrededor iba con prisas, a paso rápido, dando zancadas. Odiaba las prisas. ¿Por qué correr? Si no te va a esperar, no merece la pena. A veces miraba, otras solo veía. Pero cuando miraba, podía verlo todo... La angustia en la mirada de los transeúntes, el hedor a sociedad que se respiraba, los caminos que no llegaban a ninguna parte, una mirada perdida en el fondo le recordó a ti. Eras tú. En aquella esquina. Parado. Inerte. Como sin vida. No parecías el mismo. ¿Y si no lo eras? Pudo ir hasta ti, mirarte, y decirte todo cuánto había pensado. Era un guión que tenía escrito en su mente. Se lo sabía de memoria. Solo tenía que abrir su boca y las palabras saldrían solas. Se dio media vuelta y se alejó, confundida entre el mar de robots que no van a ningún lado, pero que van con prisa. Porque podría habértelo dicho, sí. Pero las cosas no habrían ido a mejor, ni a peor. Tú ya no eras aquel. Aquel no va a volver. Y hay cosas que no cambian.
Pero ella sigue escribiéndote. 

Comentarios

Entradas populares de este blog