El debate constante entre el estar y el ser. Ser siempre serás tú y nadie más, pero estar, a veces, implica compartir. Cuando encuentras un lugar en el que disfrutar plenamente de tu ser, el estar no puede ser otro que el estar en soledad. No esperas que nadie irrumpa la atmósfera de claridad que se crea ante una revelación de tu propio ser, porque no esperas que nadie que entre en tu ser comprenda hasta alcanzar la certeza el por qué de tantas preguntas que ni siquiera parecen azotar su aire. Un rincón propio no se encuentra en el espacio, quizás sí en el tiempo. Toma las formas más inesperadas y discontinuas; un día es un árbol, al siguiente una película, y en meses no parece querer mostrarse. No puedes hacer nada ante tales momentos de claridad que esperar, andar a tientas dilucidando el camino con tus propios pasos, sabiendo que siempre llegan esos días en los que la tristeza no es más que otra forma de alivio. Y nadie tiene por qué entenderlo, y entonces entiendes que tam
Aunque ya no lo parezca, lo que me hace más feliz son las relaciones íntimas y próximas, la cercanía, la complicidad, el no tener miedo a decirte que anoche estuve hasta las 3 pensando en situaciones que me abruman y que nunca pasarán. Aunque no te lo parezca, hubo un tiempo en el que quise confiar, pero al final me arrancaron capa a capa la esperanza del alma. Solo algunos de mis esfuerzos llegaron a buen puerto y me mantienen las ganas de seguir navegando, de seguir pensando que no soy la última romántica y que habrá más gente que nosotros en el mundo pensando estas palabras y guardando fidelidad, esperando para ser entregada. Me han hecho sentir irracional por sentir profundo, por querer hablar de lo que siento cada segundo, por no quedarme en la superficie. Pero también me han hecho sentir que tiene un sentido y que no debería cambiar por no ser lo que en realidad no quiero ser. Ahora que las cosas cambian tanto cada año, y cada segundo, como un cristal que estalla en mil pedazos
Comentarios
Publicar un comentario